Qué bonito es hablar de principios cuando no se tienen. Qué cómodo resulta invocar a Colosio, así nomás, como si fuera marca de shampoo que cualquiera puede usar para darse brillo.

Alejandro “Alito” Moreno, se paró en Sonora, tierra de Luis Donaldo Colosio, y sin pena se atrevió a hablar de principios, responsabilidad y carácter. Lo hizo mientras manchaba el nombre de uno de los pocos priistas que todavía quedan de aquel partido poderoso, Manlio Fabio Beltrones.

Pero el descaro no se detuvo ahí.

Apenas unos días después, el PRI, ese partido que según “Alito” quiere “honrar” a Colosio, votó en bloque para proteger a Cuauhtémoc Blanco, acusado de intento de violación. Sí, ese mismo Cuauhtémoc que se dice muy tranquilo, aunque la Fiscalía de Morelos y su propia media hermana digan otra cosa. El mismo Cuauhtémoc que recibió el abrazo solidario de Morena y el guiño silencioso del PRI.

¿La razón? “Notoriamente improcedente”, dijeron. Y se quedaron tan a gusto.

Así está el partido hoy. Un grupo que cambia de principios como de calzones. Uno que en vez de luchar por la justicia, se dedica a cubrirle las espaldas a los poderosos… por si les toca después.

En Sonora, la traición fue clara.

El PRI estatal permitió que un campechano viniera a insultar su memoria histórica.

“Alito” se trepó al templete con sus dirigentes de utilería —unos juniors sin oficio— y con total desfachatez acusó a Beltrones de estar vinculado al asesinato de Colosio. En su propia tierra. Frente a un partido que, aunque en ruinas, alguna vez tuvo dignidad.

La dirigencia del PRI Sonora da pena. Son un puñado de privilegiados, más preocupados por la selfie que por la base social. Viven de los recuerdos del poder, pero hoy no gobiernan ni sus propios eventos.

Están perdidos, sin brújula ni proyecto. Están muertos en vida.

Antes, el PRI tenía canallas, sí, pero también tenía hombres de palabra. Mi abuelo fue uno de ellos. Peleó en la Segunda Guerra Mundial, trabajó duro y nunca se rajó. Abría su casa para que los partidistas se organizaran. Era un priista de armas tomar: hueso colorado y de carácter firme.

Hoy, ese PRI ya no existe y esos priistas están muriendo. Lo que queda son escombros, simuladores, oportunistas. Y lo peor: traidores.

Y mientras tanto, el PAN, que sigue abrazado a ese cadáver, empieza a oler igual.

Si no rompe ya con esa alianza, si no se sacude al PRI como quien se sacude un animal, acabará igual: podrido desde adentro.

¿Y por qué defendió “Alito” al Cuau?

Porque se vio reflejado en él. Si a Blanco lo desafueran, mañana podrían hacer lo mismo con él. Y “Alito” tiene cuentas pendientes, muchas. Por eso cerró filas. Por miedo.

La cobardía, como la ambición, también se hereda en el PRI y su hijo, Morena.

Juan Luis Parra

Juan Luis Parra es licenciado en Mercadotecnia, diseñador web y programador con más de 8 años de experiencia. Director de SonoraPresente y fundador de AgenciaSP, actualmente lidera proyectos de publicidad y diseño en varias industrias. [email protected]

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