Ubicado en lo alto de una colina en Zihuatanejo, Guerrero, con una vista privilegiada hacia el Pacífico mexicano, el llamado Partenón de Arturo “El Negro” Durazo ha pasado de ser emblema de la corrupción y el abuso de poder, a consolidarse como uno de los principales atractivos turísticos del municipio, tras su conversión en centro cultural en noviembre de 2024.
Arturo Durazo Moreno, exjefe de la Policía capitalina durante el sexenio de José López Portillo, construyó esta ostentosa réplica del Partenón de Atenas en la década de los ochenta. Con columnas de 20 metros, pisos de mármol, camas colgantes, espejos en techos, esculturas y lienzos afrodisiacos, el recinto fue concebido como un espacio exclusivo para fiestas privadas de la clase política y del espectáculo.
La construcción fue posible gracias a una licencia de edificación exenta de pagos, otorgada en 1981 por el ayuntamiento de Zihuatanejo, como reconocimiento a los “servicios prestados a la comunidad” por Durazo. Aunque fue clausurada temporalmente por una nueva administración municipal, la orden fue revocada a petición del entonces gobernador Rubén Figueroa Figueroa.
En sus años de abandono, el Partenón fue vandalizado y saqueado, y surgieron leyendas sobre túneles secretos, animales exóticos y excesos cometidos en sus salones. La artista Virginia Colwell, quien investigó la figura de Durazo a través de los archivos del FBI, lo definió como un personaje marcado por el “síndrome de hubris”, un ego desmedido que se expresó en una vida de lujos desproporcionados financiados con recursos de procedencia ilícita.
Durazo fue capturado en 1984 en Puerto Rico y su figura fue objeto de múltiples representaciones en la cultura popular, desde corridos hasta cómics. El Partenón, junto con otras propiedades que mandó construir como su residencia en el Ajusco, quedaron como símbolos visibles de los excesos de su tiempo.
En 2022, tras un prolongado litigio con la familia del exfuncionario, el gobierno estatal y el municipal firmaron un convenio de comodato para convertir el sitio en recinto cultural. Actualmente, el inmueble es administrado por la Secretaría de Turismo de Zihuatanejo, y se ha convertido en escenario para sesiones fotográficas, visitas escolares y eventos sociales.
Recibe entre 600 y 700 visitantes diarios, quienes acuden para conocer una construcción que, más allá de su valor arquitectónico, permanece como una huella física del poder desmedido y una advertencia sobre el uso indebido del servicio público en la historia reciente de México.