El vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, lanzó una dura crítica contra los gobiernos europeos durante su participación en la Conferencia de Seguridad de Múnich, acusándolos de reprimir la libertad de expresión y manejar mal la crisis migratoria.
En un discurso que sorprendió a los asistentes, Vance afirmó que la mayor amenaza para la seguridad en Europa no proviene de Rusia o China, sino de sus propios gobiernos, a los que señaló de censurar valores democráticos y marginar partidos considerados extremistas.
“Ningún votante en este continente acudió a las urnas para abrir las compuertas a millones de inmigrantes no verificados”, declaró.
Respuestas contundentes desde Alemania
Las declaraciones de Vance generaron reacciones inmediatas en Europa. El canciller alemán, Olaf Scholz, rechazó sus palabras y defendió el bloqueo de partidos de extrema derecha en su país.
“Desde la experiencia del nacionalsocialismo, los partidos democráticos en Alemania tienen un consenso común: el bloqueo a partidos de extrema derecha”, respondió Scholz en redes sociales.
Por su parte, el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, calificó de “inaceptable” el paralelismo trazado por Vance entre los gobiernos europeos y los regímenes autoritarios.
“Si lo entendí correctamente, él compara las condiciones en varias partes de Europa con las de los regímenes autoritarios. Eso no es aceptable, y no es la Europa ni la democracia en la que vivo y en la que actualmente hago campaña”, enfatizó Pistorius.
Un discurso que marca distancia con Europa
Vance también advirtió a los líderes europeos que “si se postulan con miedo a sus propios votantes, no hay nada que Estados Unidos pueda hacer por ustedes”. Además, aseguró que ninguna democracia puede sobrevivir ignorando las preocupaciones de sus ciudadanos.
“La democracia se basa en el sagrado principio de que la voz del pueblo importa. No hay lugar para cortafuegos”, concluyó el vicepresidente estadounidense.
El discurso de Vance deja en claro que la administración de Donald Trump podría tomar una postura más dura y distante con sus aliados europeos, en un momento crítico para la seguridad global.