El anaranjado inquilino de la Casa Blanca ha vuelto ha mentir de la forma más vil y descarada. Ahora acusa a Volodímir Zelensky, presidente ucraniano, de ser un dictador y de ocasionar la guerra con Rusia. Evidentemente, omite decir que quien inició la invasión de Ucrania fue Vladimir Putin.
Amablemente, el ucraniano dijo que Trump se encuentra “desinformado”, cuando que en realidad debió decir que las palabras y la ira naranja del presidente estadounidense se deben a la negativa del gobierno ucraniano de dejarle a Estados Unidos el control del 50% de los territorios ricos en metales raros (alto valor monetario).
Hablemos de dictadores. En este caso del invasor; el “my friend” de Donald, el líder soviético, quien Trump admira desde su administración pasada. Y otros dictadores como este; Xi Jinping (China) y Kim Jong-un (Corea del Norte), amiguetes del magnate neoyorkino, por los cuales el estadounidense es capaz de mentir e inventar una realidad alterna. Al final, Trump —como “buen” político gringo— es experto en decir lo que NO es.
Por algo con Trump comenzó eso de medir las mentiras dichas por mandatarios en conferencias de prensa; él es —antes de que llegará AMLO para destronarlo— quien a mayor velocidad las dice. Trastoca historias para que suenen bonitas; va más allá de Disney. Como por ejemplo, aun cuando todo el mundo sabe que Estados Unidos fue derrotado en Vietnam, todas las versiones del originario de Queens parten de recrear el momento más como un tropiezo y no como toda la rotura de hocico que fue.
Su admiración por el invasor, por el verdadero dictador que es Putin, ha hecho que en las pláticas que encabeza Estados Unidos por la paz entre Rusia y Ucrania haya terminado por considerar solo a los rusos. A los ucranianos simplemente no los quiere en la mesa de las negociaciones. ¿Europa, sus aliados de la OTAN? Tampoco.
Es grave. Verán ustedes, es la primera vez que un presidente estadounidense apoya —así abiertamente— la tiranía, la dictadura en contra de la democracia, por muy incipiente y balbuceante que se viva en Ucrania. Le ha dado la espalda a dicha nación, misma que, en estos ya tres años, ha logrado mantener una guerra que Putin dijo no duraría más de una semana…
Pero el desdén por Ucrania pasa también por la hecatombe realizada por Rusia hace casi 100 años contra el pueblo ucraniano. El “HOLODOMOR” (matar de hambre) fue la hambruna provocada por la URSS en 1932-1933 en dicho país, en la cual fallecieron por inanición 7 millones de ucranianos y 40 millones de rusos sufrieron hambre. Ese desdén que marca la nula preocupación hacia un pueblo que ha hecho todo por no tener que soportar otra vez el yugo soviético. Basta que desconozca este hecho para que Trump merezca ser llamado un miserable; tergiversar las cosas y mentir abiertamente para joder a Ucrania, ayudar a Putin y salirse con la suya. ¿Qué tan miserable se puede ser?
La “cereza” en el pastel: para negociar la paz, Trump mandó a uno de sus amigos inmobiliarios de Nueva York, el cual tiene como experiencia… haber ido de escucha en el alto al fuego entre Israel y Hamas. De escucha, solo eso. Trump juega a decidir el final de la guerra entre Ucrania y Rusia, teniendo de interlocutor a Rusia exclusivamente. Para abundar, en su esbozo de propuesta,
Ucrania deberá abandonar su idea de unirse a la OTAN y cederle terrenos a Rusia; mientras que hasta ahora Rusia NO se ha comprometido a NADA, pues nada le ha pedido Estados Unidos.
Como muestra de donde están sus amores, Trump ya avisó que en la declaración del G-7 sobre los tres años de la guerra, no pueden poner que Rusia es el agresor.
¡Falta que insista en que el texto diga que el gobierno moscovita es la víctima! Sirva de aviso, claro y rotundo: el mundo libre (empezando por Ucrania y Europa) ya no puede contar con EEUU. Punto. Estados Unidos se encuentra del lado equivocado de la historia. Y no por perder o por ganar, sino por el hecho de apoyar a los invasores en contra de un pueblo que hace todo por defenderse y que va por la libertad.
Estamos en medio de una lucha global entre la democracia liberal y los gobiernos autoritarios (no importando la ideología). En esta guerra, los Estados Unidos se han cambiado de bando y se han mudado al campo autoritario.
Yo sé que el inquilino de la Casa Blanca es un miserable. Deseo fervientemente que el pueblo estadounidense —representado por sus legisladores— se dé cuenta ahora de esto mismo, después será demasiado tarde para ellos, para Estados Unidos, para el mundo.