Las armadoras internacionales que operan en Estados Unidos enfrentan incertidumbre tras la amenaza del presidente Donald Trump de imponer aranceles del 25% a las importaciones de autos, semiconductores y otros productos, medida que podría cambiar el panorama de la industria automotriz global.
Desde su regreso a la Casa Blanca, Trump ha intensificado su discurso proteccionista, buscando reducir el déficit comercial de 918 mil millones de dólares. En su estrategia, ha propuesto impuestos recíprocos para equiparar las barreras comerciales de otros países y ha dejado claro que espera que las empresas trasladen su producción a EE.UU. para evitar pagar estos aranceles.
Reacciones de la industria automotriz
Las principales armadoras de Japón, Corea del Sur y Alemania han comenzado a evaluar planes de contingencia ante el posible impacto de estas medidas en sus operaciones en el mercado estadounidense.
“Las cosas cambian minuto a minuto, pero nuestra postura es mantenernos flexibles y ser ágiles para reaccionar a la situación”, declaró Shinji Aoyama, vicepresidente de Honda.
Actualmente, la mitad de los 16 millones de vehículos ligeros vendidos en EE.UU. son importados, principalmente desde México y Canadá, dentro del tratado comercial T-MEC, y desde países como Alemania, Japón y Corea del Sur.
En el caso de Toyota, el gigante japonés reportó ventas de 2.7 millones de vehículos en Norteamérica, de los cuales 2.1 millones fueron ensamblados en la región, pero aún depende en gran medida de las importaciones. Hyundai y Kia, que han crecido rápidamente en EE.UU., también están expandiendo su producción local, pero mantienen una parte importante de su manufactura en Asia.
Para las armadoras alemanas, el impacto podría ser aún mayor, ya que Mercedes-Benz y BMW dependen de la exportación de sedanes desde Europa y SUVs desde sus fábricas en EE.UU., lo que complica su estructura de costos ante posibles impuestos.
¿México en la mira?
Uno de los puntos clave en la estrategia de Trump es la imposición de aranceles específicos a las importaciones desde México y Canadá, suspendidos temporalmente hasta marzo, mientras su gobierno analiza cómo implementarlos. La presión ha llevado a fabricantes como General Motors y Ford a realizar cabildeos para minimizar los daños a la integración comercial dentro del T-MEC.
Además, el gobierno estadounidense evalúa incluir en su cálculo impuestos al valor agregado (IVA) que existen en países europeos y asiáticos, lo que podría aumentar aún más la justificación para imponer tarifas recíprocas.
¿Reubicar la producción es la solución?
Si bien aumentar la producción en EE.UU. podría ayudar a las empresas a evitar los aranceles, no es una decisión fácil. Construir nuevas fábricas o modificar líneas de ensamblaje requiere tiempo y grandes inversiones, además de que aún no hay certeza sobre cuánto tiempo durarían los impuestos.
Jim Rowan, CEO de Volvo Cars, advirtió que la empresa tiene capacidad de producción en Carolina del Sur, pero que evaluará costos antes de decidir un traslado total.
Con la fecha límite de marzo para definir los aranceles a México y Canadá, y abril para la implementación de los impuestos recíprocos, la industria automotriz global se encuentra en un estado de alerta máxima ante lo que podría ser un golpe multimillonario a sus operaciones en Norteamérica.