La decisión de Claudia Sheinbaum de no invitar a la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Norma Lucía Piña Hernández, a la conmemoración de la Constitución de 1917 en Querétaro ha desatado una ola de críticas. Magistrados y jueces del colectivo Artículo 41 acusan a la mandataria de tratar el evento como si fuera su fiesta de cumpleaños, en lugar de un acto de Estado.
La magistrada Julia María del Carmen García González fue clara en su señalamiento: “No es un mitin político, no es su fiesta de cumpleaños. Es una ceremonia de Estado y, como tal, debe comportarse como una jefa de Estado”.
El simbolismo del 5 de febrero
La conmemoración de la Constitución no es un evento menor. Es una representación del equilibrio de poderes y un recordatorio del pacto fundacional del país. Tradicionalmente, en esta ceremonia se convoca a los tres poderes de la Unión como un gesto de unidad institucional. Excluir a la presidenta de la SCJN es un mensaje claro sobre la relación que busca mantener Sheinbaum con el Poder Judicial.
En los últimos años, la relación entre el Ejecutivo y la Corte ha estado marcada por la tensión. Andrés Manuel López Obrador convirtió al Poder Judicial en su antagonista, criticando reiteradamente sus fallos y acusándolo de estar al servicio de intereses ajenos al pueblo. Ahora, Sheinbaum parece seguir la misma ruta, apostando por una confrontación con la Corte en lugar de buscar acuerdos.
Una postura que trasciende lo interno
El contexto no es menor. México enfrenta desafíos internos y externos sin precedentes: desde la crisis de inseguridad hasta las tensiones comerciales con Estados Unidos por los aranceles de Donald Trump. En este escenario, los magistrados piden a la presidenta actuar como estadista, dejando de lado diferencias políticas y mostrando una imagen de unidad institucional.
“Habemos voces disidentes que requerimos ser escuchadas. No sólo quienes le echan porras”, enfatizó García González.
Pero hasta ahora, Sheinbaum ha optado por una estrategia de lealtades y exclusión. En lugar de enviar señales de conciliación, sigue consolidando un discurso en el que el Poder Judicial es un obstáculo, y no un contrapeso legítimo.
¿Un golpe a la independencia judicial?
La no invitación a la SCJN no es solo un desplante protocolario. Es un reflejo de una visión en la que el Poder Judicial es visto más como un problema que como un aliado en la gobernabilidad. La independencia de los jueces y magistrados ha sido una de las principales preocupaciones en este sexenio, y acciones como esta no ayudan a disipar los temores sobre una posible subordinación del sistema judicial al Ejecutivo.
Mientras Sheinbaum celebra la Constitución sin la Corte, el mensaje queda claro: el diálogo entre poderes no es una prioridad en su administración. La pregunta es si este tipo de decisiones le funcionarán políticamente a largo plazo o terminarán debilitando su imagen como líder de un país que necesita unidad, no más confrontación.