La pausa de un mes en los aranceles anunciada por Donald Trump ha desatado un intenso debate dentro del gabinete presidencial. Dos teorías enfrentadas marcan la discusión:
Por un lado, Marcelo Ebrard y otros funcionarios consideran que esta tregua podría extenderse y que el tema de México irá perdiendo relevancia en la agenda de Trump. Argumentan que, con la frontera militarizada y la reducción de migrantes, el magnate redirigirá su atención a otros frentes como Ucrania, Medio Oriente o China. Además, sostienen que si México continúa con operativos selectivos contra el narco y el cabildeo empresarial presiona en Washington, la amenaza de una guerra comercial podría disiparse.
Pero hay otra visión más pesimista dentro del gabinete: la crisis apenas comienza. En esta lectura, el equipo de política exterior de Trump, encabezado por Marco Rubio, no quitará los ojos de México, especialmente en lo que refiere a la presencia del crimen organizado en la política.
El problema más delicado es que Trump quiere una prueba contundente de que el gobierno de Claudia Sheinbaum está tomando en serio la lucha contra el narco, y para ello buscaría la detención de un político de Morena. Este escenario genera enorme preocupación en Palacio Nacional: si se accede a esa demanda, ¿qué evitaría que Trump lo convierta en una exigencia constante?
Entre las opciones más mencionadas en el gabinete está el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya. Su nombre genera inquietud dentro del propio oficialismo, donde circulan versiones sobre su presunto papel como intermediario entre López Obrador y ciertos actores del crimen organizado en la campaña de 2018. Sin embargo, entregarlo podría ser un movimiento de alto riesgo, especialmente porque su yerno fue uno de los principales donadores de la campaña de Sheinbaum y actualmente ocupa un cargo en Lotería Nacional.
Más allá de estas discusiones, hay un consenso dentro del círculo cercano a Sheinbaum: el gobierno no supo responder con contundencia a la acusación de la Casa Blanca sobre la presunta colusión con el narco. La presidenta no desmintió directamente a Trump, lo que dejó la declaración circulando con el sello oficial de Washington.
Pero la razón de este silencio es evidente: la afirmación de Trump toca fibras estructurales de la política y la seguridad en México, y en este momento no hay margen para abrir esa caja de Pandora. Especialmente cuando en Washington comienzan a filtrarse las supuestas conversaciones de Ismael “El Mayo” Zambada con el Departamento de Justicia, un tema que podría complicar aún más el escenario para el gobierno mexicano.