En el verano del 21, después de las reñidas elecciones federales, cuando las auditorías del SAT y los congelamientos bancarios caían como la peste sobre quienes no cedían al absolutismo de López Obrador, Ricardo Anaya decidió irse de México. “Me exilio para seguir luchando”, dijo en su mensaje de despedida. “Es la única alternativa, porque dejarse encarcelar por un autócrata muchas veces significa perder la batalla”. Informó con sinceridad que tenía un citatorio de la FGR por el caso Lozoya y lo consideraba una venganza de López Obrador para refundirlo 30 años en prisión. Creo que nada verdaderamente relevante hizo en los siguientes tres años, al menos nada público. Aun así, alcanzó un lugar en la lista plurinominal del PAN al Senado y volvió al país para rendir protesta en el verano del 24. Creo que nada significativo ha hecho ahí en los últimos cinco meses. Aun así, el presidente del PAN, con base en lo que llamó una mayoría de senadores panistas, lo designó nuevo coordinador del grupo. ¿Qué obtuvo de Anaya en esos tres años y medio el México opositor? Pienso que nada, no un resultado, no un discurso, no un ejemplo. Pero, por duro que haya sido, el autoexilio termina siendo una victoria. Para él.

Ciro Gómez Leyva

Ciro Gómez Leyva es periodista y escritor, reconocido con premios como el Rodolfo Walsh y el Nacional de Locución. Conduce Ciro por la Mañana en Radio Fórmula y es autor de la columna 365 días, consolidándose como una de las voces más influyentes del periodismo mexicano.

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