Trump sabe bien cómo jugar la carta del populismo, y su último movimiento en esta interminable “batalla cultural” es prueba de ello. La batalla cultural, para no hacer bolas, es ese circo político donde se enfrentan valores, identidades y, sobre todo, la percepción pública.
Trump, maestro en manipular el escenario, apunta a ganar esta guerra no con balas, sino con discursos que apelan a los miedos más profundos de su base electoral.
En su primer mandato fue China; hoy, son los cárteles y los migrantes ilegales.
Mientras tanto, en México, celebramos como si fuera gol lo que apenas fue un pase decente de Claudia Sheinbaum al conseguir una tregua comercial con Trump.
Es lo mínimo que se espera de ella. Al final, estamos en esta situación porque López Obrador dejó pasar a millones de migrantes libremente por territorio mexicano durante todo el sexenio hacia Estados Unidos y dejó que el narco se beneficie de la trata y tráfico humano.
Aplausos por un mes sin aranceles, sí, pero no se emocionen.
La situación migratoria en Estados Unidos no es novedad, pero Trump sabe venderla como si lo fuera. Promesas cumplidas de deportación masiva hacen que sus seguidores aplaudan mientras ignoran que Biden y Obama deportaron más gente que él.
Al final, esta retórica solo refuerza el imaginario del “hombre fuerte” que tantos anhelan.
Sheinbaum logró lo inesperado: convencer a Trump de posponer los aranceles por un mes. Eso sí, la factura no es barata. Desplegamos 10 mil elementos de la Guardia Nacional a la frontera para combatir el tráfico de drogas, mientras Trump promete detener el flujo de armas hacia México.
La paradoja es evidente: mientras México actúa como el perro guardián de la frontera, Trump consolida su imagen de protector nacional. Y ahí está el detalle, seguimos siendo peones en su partido de futbol.
El problema es que seguimos dependiendo demasiado de Estados Unidos.
Sí, Sheinbaum compró tiempo, pero no marcó gol. Y antes de pensar en aumentar la producción nacional o firmar nuevos tratados con otras potencias, ¿qué tal si resolvemos primero la inseguridad?
Diez mil soldados de la Guardia Nacional dejarán sus tareas de seguridad para trabajar en la frontera.
El crimen organizado no se va a detener.
Lo bueno es que no tenemos aranceles… por ahora. Lo malo es que la violencia sigue campante, y nuestros soldados estarán ocupados trabajando para Trump.
Ambos presidentes, la de aquí y el de allá, seguirán más preocupados por la narrativa y los likes que por la realidad.
Mientras ellos luchan su guerra cultural, Generales de nuestro ejército reciben ataques explosivos aéreos de parte del narco.
En fin. Aplaudimos el pase, olvidamos que el partido sigue y que vamos perdiendo.