Hace un año, Andrés Manuel López Obrador presentó su paquete de 20 reformas constitucionales, conocido como Plan C, con el que buscaba redefinir el modelo político y económico del país. Lo hizo el 5 de febrero de 2024, en la conmemoración del Día de la Constitución, marcando un punto de inflexión en la historia reciente de México.
El camino hacia este momento no fue accidental. Desde 2022, López Obrador había intentado modificar el sistema electoral y, tras varios reveses judiciales, su estrategia evolucionó: primero con el fallido Plan B y luego con la apuesta total del Plan C, cuyo éxito dependía de un solo factor: lograr mayoría calificada en el Congreso tras las elecciones del 2 de junio de 2024.
El Plan C, que incluía la elección por voto popular de jueces, magistrados y ministros, fue interpretado como un golpe directo al Poder Judicial, tras la anulación de la reforma energética por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Además, contemplaba la eliminación de organismos autónomos como el INAI, IFT y Cofece, la integración de la Guardia Nacional a la Sedena y el uso de vías férreas para transporte de pasajeros.
Las elecciones legislativas le dieron a Morena y sus aliados la mayoría calificada y con ello, el camino quedó despejado. El nuevo Congreso, que inició funciones el 1 de septiembre de 2024, no tardó en ejecutar el plan trazado:
- Reforma al Poder Judicial, aprobada en medio de protestas de jueces y trabajadores.
- Eliminación de siete organismos autónomos, trasladando sus funciones a dependencias federales y reasignando sus presupuestos al Fondo de Pensiones para el Bienestar.
- Modificación al Infonavit para permitirle construir y arrendar viviendas.
- Reformas ambientales, como la prohibición del maíz transgénico y la minería a cielo abierto.
Sin embargo, hay un punto clave: la reforma electoral aún no ha sido impulsada por Claudia Sheinbaum. Aunque el Plan C sentó las bases de un nuevo modelo de gobierno, la presidenta ha priorizado la consolidación de programas sociales, lo que refleja una estrategia distinta a la de su antecesor.
A un año de aquel 5 de febrero, la fecha queda marcada como el día en que López Obrador consolidó su visión de país y dejó la mesa puesta para que su proyecto siga avanzando, incluso bajo una nueva administración.