Nos cuentan que ya empezó la pasarela de morenistas palomeados que se perfilan para ser ministros de la Suprema Corte en el complicado proceso de elección judicial. Ayer asistió al Senado para su entrevista la exconsejera jurídica de la Presidencia en tiempos del expresidente López Obrador, María Estela Ríos, quien ya había intentado llegar al máximo tribunal. También el presidente del Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje, José Luis Rodríguez Díaz de León, quien no ha tenido empacho para decir en redes sociales que está orgulloso de participar en la 4T, como “el movimiento más importante de la regeneración de la vida pública”.
El gobernador priista de Durango, Esteban Villegas, ha tenido acercamientos con el Instituto Mexicano del Seguro Social porque busca sumar a su entidad al llamado IMSS-Bienestar, al que los gobiernos estatales de oposición se opusieron el sexenio pasado. Nos cuentan que a don Esteban se le queman las habas por dar el paso, para que su intención de mostrarse cooperativo y cercano al gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum no se quede en las porras que lanza con entusiasmo cuando visita aquel estado norteño. Después de ser de los primeros en aceptar el llamado a la unidad de la mandataria federal frente a la amenaza trumpista, el priista calculó que ya es tiempo de entrarle al controvertido sistema de salud que se quedará con el control de los hospitales públicos en los estados.
Los otros listillos que se quisieron trepar al tren del llamado presidencial a la unidad, nos comentan, fueron los coordinadores morenistas en el Congreso, el senador Adán Augusto López y el diputado Ricardo Monreal. Luego de intercambiar acusaciones de corrupción y mal manejo de dinero público hace unas semanas, los colmilludos legisladores se reunieron ayer para tomarse una foto muy sonrientes y, con el escudo de que estaban acatando el deseo presidencial de unidad ante lo que se viene con el gobierno de Donald Trump, pretendieron echarle tierra a todo el asunto. De lo que no se enteraron, nos hacen ver, es de lo que dijo la presidenta Sheinbaum en su gira por Guerrero en el sentido de que el movimiento que encabeza no va a tolerar la corrupción ni a los corruptos. ¿A poco con la foto y el chapucero pretexto de la unidad se olvidan los contratos millonarios? Será como el famoso pañuelito blanco que acababa con la corrupción en un tris.
Con malas noticias están empezando el año los integrantes de la Guardia Nacional que provienen de la extinta Policía Federal, tan odiada por el gobierno lopezobradorista. Nos cuentan que la comandancia de la corporación decidió terminar el contrato con la empresa encargada de proporcionar alimentos a los pocos guardias nacionales integrados desde la Policía Federal. Para cumplir con esta prestación, nos aseguran, la Dirección General de Recursos Financieros optó por entregar 75 pesos diarios en efectivo a los elementos para su alimentación, apoyo que se extendió a la totalidad del personal de carrera y de confianza de la otrora Policía Federal. La queja, claro, es que nomás no alcanza con 75 pesos.