Los cinco primeros días de la segunda temporada de Trump fueron, digámoslo, buenos para México, al menos en el plano económico-comercial. La bravata de Trump no se concretó en hechos. En los meses de las amenazas, él habló de aranceles exorbitantes apenas asumiera el cargo. La semana concluye con la disposición de Washington para revisar en abril una serie de temas controvertidos. En los meses de las amenazas, Trump hablaba de aplastarnos en el T-MEC. El lunes advirtió que quería sentarse a negociar de inmediato y la semana finaliza con la aceptación de su gobierno para iniciar consultas rumbo a la negociación del tratado, quizá en julio de 2026, como estaba programado. El 28 de noviembre, en lo que parecía ser un canto de animación y buenos deseos, el secretario Marcelo Ebrard me dijo que su pronóstico para sacar adelante el T-MEC era de 80%. “La vamos a ganar, como hemos ganado otras”, aventuró. “Ellos nos necesitan en comercio, inversiones, migración, lucha contra el fentanilo. No van a poner en riesgo el tratado”. Son sólo las primeras notas de un primer movimiento, pero sí, parece que ahí vamos ganando. Y, para el registro, con un peso ligeramente más fuerte ante el dólar.