En el aeropuerto de Barajas, a punto de abordar el vuelo de once horas que me traerá de regreso por una temporada, abro la edición reciente de Time Out. La extraordinaria revista, 57 años descubriendo, narrando y acompañando la vida social, el entretenimiento y la cultura en las grandes urbes, dedica el número a las 50 mejores ciudades del mundo. La Ciudad de México es la séptima mejor, sólo atrás de Ciudad del Cabo, Bangkok, Nueva York, Melbourne, Londres y Nueva Orleans. Adelante, aquí sí, de la danesa Copenhague (10), Barcelona (17), París (19), Berlín (23), Dubái (24). Madrid es número 22. Y no voy a debatir, porque ¿quién le debate a estas alturas a Time Out? La Ciudad de México es la séptima mejor porque, según la revista, “hay algo en el ambiente que hace que todo el mundo se sienta como en casa”. Y porque “siempre hay algo que hacer”. Y porque “todo el año es fiesta en la CDMX”. Y porque “96% de los habitantes afirman que su ciudad los hace felices”. Y porque “hay alegría en la experiencia cotidiana”. ¿Lo tomamos en serio? Yo sí. La edición del 17 de enero de Time Out. La pienso y me alegra este sábado, mientras doy uno de esos reconstituyentes paseos soleados por la ciudad, mi ciudad.