El senador Mike Lee ha resucitado una vieja práctica de la monarquía inglesa: los corsarios. Solo que en su versión 2.0, los barcos han sido reemplazados por mercenarios privados y el Caribe por la frontera con México.

El senador republicano Mike Lee propuso al congreso estadounidense una vieja práctica anglosajona: los corsarios.

La propuesta es simple, que el Congreso gringo emita “Cartas de Corso” para que la poderosa industria militar privada gringa pueda combatir a los cárteles, confiscando sus bienes y quedándose con una tajada del botín.

Es decir, oficializar la caza de narcos con incentivos económicos.

Curioso, ¿no les recuerda ligeramente al Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado?

Los barcos serían reemplazados por mercenarios privados y el Caribe por el desierto fronterizo.

Inglaterra, en su lucha contra las potencias europeas, recurrió a los corsarios para desestabilizar a sus enemigos. Francis Drake, aquel lobo de mar que saqueaba galeones españoles, era un pirata a secas, hasta que su reina Isabel I le dio patente de corso y lo elevó al estatus de héroe nacional.

Lo mismo podría hacer Trump: convertir a los cárteles en el enemigo público oficial y soltar a sus propios “Drakes” con licencia para cazar.

El gobierno mexicano ya no controla esta situación y la violencia solo sube. Esta batalla ya la perdió.

En los 90, la “paz” relativa se logró porque el Estado tenía las riendas del tigre. Hoy, esa fiera se ha convertido en una bestia mitológica imposible de domar.

Quizá por eso Washington ha decidido que ya no basta con presionar a un gobierno mexicano cada vez más irrelevante en el tema.

Quizá por eso mandan a Ron Johnson, un ex boina verde, como embajador. Alguien con experiencia en guerra irregular.

Porque lo que viene no es diplomacia: es estrategia militar con outsourcing.

¿Para qué arriesgar a tu ejército? Debilitar tus defensas te haría vulnerable y los halcones no pueden darse el lujo de mostrar debilidad en esta época de tensiones internacionales máximas

Y si alguien cree que esto es una locura, hay un precedente claro: Colombia.

La DEA y la CIA no “controlaron” el narcotráfico en la era de Escobar, pero sí jugaron a ser directores de orquesta. En su afán por eliminar al capo de Medellín, facilitaron información a grupos paramilitares, respaldaron a Los Pepes y pactaron con los enemigos de Pablo.

La meta no era acabar con el negocio, sino reorganizarlo. Y lo lograron: la caída de Escobar no significó el fin del narcotráfico, sino su descentralización en estructuras más dispersas y, por ende, más manejables.

Así que no se hagan bolas: esto no es una declaración de guerra contra el narco, sino una reconfiguración del tablero.

No hay espadas mexicanas lo suficientemente afiladas para derrotar a esta bestia.

Quizá, como en la era de los corsarios, la solución esté en darle patente de corso a los nuevos piratas.

Juan Luis Parra

Juan Luis Parra es licenciado en Mercadotecnia, diseñador web y programador con más de 8 años de experiencia. Director de SonoraPresente y fundador de AgenciaSP, actualmente lidera proyectos de publicidad y diseño en varias industrias. [email protected]

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