Y más importante: el título permitió a los mexicanos autorizar quiénes asistían a un brunch VIP de apenas unas 100 personas, horas después de la gala. En el brunch, el orador principal fue Christopher Landau, exembajador de EU en México durante la primera administración Trump y próximo funcionario de primer nivel en el Departamento de Estado.
Obtuve acceso a fotos y videos del brunch. En la mesa principal, con Landau, estaban los enviados de Salinas Pliego. En su discurso, Landau los llamó “amigos” y no se refirió a otros mexicanos en una mesa contigua: Carlos Slim Domit, Altagracia Gómez y Francisco Cervantes, presidente del Consejo Coordinador Empresarial.
La fuente con acceso al comité organizador me dijo que Cervantes, Gómez y Slim solo consiguieron su acceso al brunch “de último minuto” y, antes de autorizarlo, los organizadores preguntaron a los representantes de Salinas Pliego si estaban de acuerdo. Antes de viajar a Washington, Cervantes declaró en México que irían a la gala, pero no al brunch.
En los últimos meses, la prensa en México ha publicado que Marcelo Ebrard, Bernardo Gómez, Luis Videgaray, Cervantes, Slim y Gómez tienen acceso al trumpismo. Los eventos del fin de semana ponen esto en duda. “No hay un solo interlocutor claro (con México). Hay empresarios que han dicho que tienen interlocución en Washington, pero no la tienen realmente”, me dijo la fuente con acceso al comité organizador. “Entre los Trump no hay un particular interés en tener una relación con ella (Claudia Sheinbaum)”.
En la gala, por parte del gobierno mexicano había dos invitados relevantes: el embajador mexicano en Washington, Esteban Moctezuma, y Diana Alarcón, representante de México frente al Banco Mundial y de quien varias fuentes me han dicho que es una carta fuerte para convertirse en la próxima embajadora mexicana en la capital de EU.
Mucho más discretamente, me dijeron, hay alguien dentro de la administración Sheinbaum que sí tiene interlocución con funcionarios de alto rango en el trumpismo. Esa persona es Omar García Harfuch, “pero únicamente (tiene acceso) para hablar sobre temas de seguridad, presentar sus planes y sus resultados”. Una segunda fuente de seguridad en México me confirmó que sus contrapartes estadounidenses le han pedido entregar a Harfuch “cualquier información que necesite”.
Es así que los caminos de la Presidenta para dialogar con el trumpismo parecen acotados. Por un lado tiene a Harfuch, quien goza de la confianza de Palacio Nacional, y por otro a Salinas Pliego, no precisamente un fan del obradorismo ni de sus segundos pisos.