Claudia Sheinbaum no está escatimando en ambición. Con el Plan Nacional 2025-2030 y el Plan México, la “presidentA” busca transformar el país en una potencia industrial, científica y sustentable. Nos promete inversiones de 277 mil millones de dólares, 1.5 millones de empleos y el sueño guajiro de ser una nación líder en los famosos semiconductores, también energía limpia y automóviles eléctricos hechos en México. Y todo esto, claro, mientras seguimos hundidos en violencia, corrupción y un gobierno que no tiene para pagar sus deudas.
Tomemos el ejemplo de Sonora. Según sus planes, este estado será clave en la explotación del litio y la minería, con proyectos que suenan más a ciencia ficción que a política. Nos hablan de un auto eléctrico y de una supuesta industrialización masiva que catapultará a Sonora y otros estados a los mercados internacionales. En los papeles suena precioso: más empleo, infraestructura y un auge económico que promete resolver nuestras necesidades. Pero la pregunta incómoda sigue: ¿con qué dinero?
Porque mientras Sheinbaum promete el futuro fabricando baterías de litio y satélites, los mexicanos seguimos lidiando con problemas del presente: grupos criminales que dominan grandes territorios, extorsiones, tráfico de todo tipo de sustancias y personas.
Las carreteras son inseguras, las policías están cooptadas y el estado de derecho es un chiste. ¿Cómo piensa Sheinbaum atraer inversión extranjera de alta tecnología en un contexto donde la violencia espanta incluso a las cadenas de comida rápida? Como iHop en Culiacán.
A pesar de todo, estos buenos deseos parecen haber tenido un buen impacto en el peso-dólar. Supongo que los especuladores vieron con buenos ojos los ambiciosos planes de Sheinbaum. Creen que, a diferencia de López Obrador, ella tiene una formación técnica, escucha a los expertos y podría hacer las cosas bien. Son los mismos que, durante años, han sido críticos de las crisis de seguridad y económicas del sexenio pasado.
Ahora confían en que Sheinbaum se aleje del populismo y la improvisación.
Suena más a un acto de fe que a un análisis racional.
Pero hay un problema que puede derrumbar esta confianza: López Obrador.
El expresidente, que sigue siendo una figura omnipresente, podría terminar siendo un lastre. La columna de Salvador García Soto señala que en Washington están armando un expediente contra AMLO por presuntos pactos con el narcotráfico. De ser cierto, Sheinbaum enfrentará una decisión delicada: ¿se mantendrá leal al caudillo que la llevó al poder o se deslindará para salvar su presidencia?
Si Sheinbaum quiere mantener sus sueños de grandeza y no hundirse con su mentor político, tendrá que cortar el cordón umbilical. AMLO podría convertirse en una figura tóxica para una presidenta que necesita legitimidad internacional y confianza empresarial. Los gringos no olvidan ni perdonan, y tener a un aliado vinculado al narco no es algo que vayan a tolerar, menos ahora que el fentanilo y los cárteles son prioridad en la agenda de seguridad de Estados Unidos.
En fin… ánimo, dijera Ciro.