Apenas el lunes daba cuenta de la escasa o nula presencia pública de los seis expresidentes mexicanos. La semana me tapó la boca. En el ITAM, Zedillo se consolidó como uno de los críticos más sonoros, y quizá más seguidos, de la presidenta Sheinbaum, así haya sido con una expresión desafinada, por falta de datos verificables, sobre la supuesta intromisión de López Obrador en Palacio Nacional. Fox y Calderón corrieron, por su parte, el riesgo de acompañar en Panamá y República Dominicana a Edmundo González en el intento de aterrizar en Caracas para impedir la desvergonzada investidura de Maduro. No consiguieron el objetivo, pero ahí estuvieron, se hicieron ver y oír, en especial Calderón. Me dijo el viernes, cuando el vuelo a Caracas se volvía imposible, con el espíritu del opositor que no se da por vencido, y no con el engreimiento de un exmandatario altivo, que, si bien se consumó el atropello, él persistirá en el esfuerzo para que la democracia y los derechos humanos regresen a Venezuela. “Seguiré apoyando a Edmundo González y María Corina Machado”, subrayó. “Ahí estaré, la erosión y la pérdida de legitimidad y respaldo a Maduro son ahora muy claras, y ese fue un logro”.