En Tijuana, redes de tráfico de personas han comenzado a cobrar entre 12 mil y 20 mil dólares por cruzar a migrantes hacia Estados Unidos, dependiendo de la ruta y los métodos utilizados, que incluyen túneles, puertos fronterizos y cruces improvisados con escaleras.
Alicia, una mujer que canaliza a familias migrantes con “guías” en la región, asegura que, pese a los controles fronterizos, los cruces continúan. “Como sea, pero los vamos a pasar”, afirma mientras relata historias de cruces exitosos, como el de una familia que disfrazó a sus hijos de calaveras en Halloween para cruzarlos por un puerto fronterizo con visas falsas.
El endurecimiento de las políticas migratorias ha provocado un aumento en la demanda de estos servicios. En diciembre de 2024, el secretario saliente de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Alejandro Mayorkas, reportó 47 mil 300 cruces irregulares, un incremento respecto al mes anterior. Para muchos migrantes, el temor a quedar atrapados ante las nuevas medidas de la administración Trump los ha impulsado a recurrir a estas redes, a pesar de los elevados costos.
Migrantes como Javier, un chiapaneco retornado a México junto con su esposa e hijas tras ser detenidos en territorio estadounidense, relatan los riesgos y el trato inhumano que enfrentan. “Nos trataron peor que animales”, afirma Javier, quien, pese a haber gastado 500 dólares en un cruce con escalera, planea intentarlo nuevamente.
Los traficantes aseguran que la seguridad fronteriza puede ser fácilmente burlada mediante pagos a agentes corruptos. Según Alicia, “lo único que tienen que hacer es hacerse tarugos, voltear los ojos, tomarse un café o rascarse la panza”.
El costo del cruce incluye pagos a múltiples actores: guías, reclutadores, carteles que controlan las zonas de cruce y agentes fronterizos. En casos donde se utilizan túneles, los migrantes deben pagar una comisión adicional al cártel que controla el área.
Mientras la administración Trump refuerza la seguridad en la frontera, los migrantes y las redes de tráfico continúan adaptándose, demostrando que las medidas restrictivas no detienen el flujo migratorio, sino que aumentan los costos y riesgos para quienes buscan un futuro mejor.