Este 1 de enero de 2024 se conmemoraron 30 años del alzamiento armado del EZLN, una rebelión que marcó la historia de México y puso en el centro del debate mundial la lucha de los pueblos indígenas contra el neoliberalismo. Tres décadas después, Chiapas sigue siendo un terreno de disputa, no solo entre los grupos armados y el crimen organizado, sino también en el ámbito político, donde las tensiones entre el zapatismo y la Cuarta Transformación (4T) no han cesado.
El quiebre entre el EZLN y el obradorismo
El año 2003 marcó un antes y un después en la relación entre el EZLN y el entonces líder de la izquierda electoral, Andrés Manuel López Obrador. Los zapatistas acusaron a AMLO y al PRD de traición, colocándolos en el mismo espectro que al PAN y al PRI, y rompieron cualquier vínculo con el sistema político.
Mientras el EZLN fortalecía sus Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas, basados en un modelo de autogestión indígena, AMLO enfrentaba el intento de desafuero y, más tarde, la derrota en las elecciones presidenciales de 2006, que llevó a su base a fundar Morena en busca de consolidar un nuevo proyecto político.
En los últimos años, las distancias se profundizaron. Durante el sexenio de López Obrador, el EZLN denunció el aumento de la militarización en Chiapas y su impacto en la violencia, además del asesinato del activista Samir Flores, opositor a una termoeléctrica promovida por el gobierno federal.
Sheinbaum toma distancia, pero defiende la 4T
En su última conferencia de prensa de 2024, la presidenta Claudia Sheinbaum expresó su respeto por el movimiento zapatista, pero defendió los logros de la 4T en Chiapas y en el país.
“Nos quedamos con el respeto a su movimiento, pero también en la defensa de lo que estamos haciendo en Chiapas y en todo el país. Lo que buscamos nosotros es el bienestar, la paz y la justicia. Ese es nuestro sustento, esos son nuestros principios”, afirmó.
Sin embargo, sus declaraciones contrastaron con las críticas lanzadas por el Capitán Marcos (antes Subcomandante Marcos), quien cuestionó el liderazgo de Sheinbaum y acusó al exgobernador Rutilio Escandón de permitir el incremento del narcotráfico y la inseguridad en Chiapas.
Marcos también advirtió sobre el desempeño de Eduardo Ramírez, quien asumirá la gubernatura en 2024 con el respaldo de Sheinbaum. El líder zapatista señaló que Ramírez proviene del Partido Verde y que, pese a su apoyo a Morena, arrastra cuestionamientos por su cercanía con el priismo en el pasado.
La militarización y la violencia: un desafío sin resolver
El EZLN ha insistido en que la militarización en Chiapas, intensificada durante el sexenio de AMLO con la creación de la Guardia Nacional, no ha reducido la violencia, sino que la ha incrementado. La presencia de grupos armados, ahora vinculados al crimen organizado, sigue siendo una amenaza para la estabilidad de las comunidades indígenas y rurales.
Los zapatistas han denunciado que las acciones del gobierno federal no han atacado las raíces del problema, sino que han favorecido a sectores que consideran enemigos de su proyecto.
Chiapas: un estado bajo tensión política y social
Chiapas sigue siendo un punto crítico para la 4T. Mientras el gobierno federal asegura que el estado está “en buenas manos” con líderes como Rutilio Escandón y Eduardo Ramírez, el zapatismo y otros sectores de la sociedad civil sostienen que los problemas estructurales, como la pobreza, la corrupción y la violencia, persisten sin una solución clara.
El alzamiento zapatista de 1994 marcó el inicio de una lucha por la autonomía y los derechos indígenas que aún sigue vigente. A más de 20 años de la ruptura entre el EZLN y el obradorismo, Chiapas representa una encrucijada para la 4T, donde se enfrentan visiones opuestas sobre el desarrollo, la justicia y la paz.