Estados Unidos exporta anualmente cerca de 900 mil toneladas de residuos peligrosos a otros países, principalmente a México y Canadá, según una investigación conjunta de The Guardian y Quinto Elemento Lab. Este flujo de desechos tóxicos, que ha crecido un 17% desde 2018, incluye baterías usadas, solventes y polvos provenientes de la industria siderúrgica, lo que ha generado preocupaciones por sus impactos ambientales y en la salud pública.
En la zona metropolitana de Monterrey, uno de los principales destinos de estos residuos, se detectaron altos niveles de plomo, cadmio y arsénico en hogares y escuelas cercanos a una planta que recicla polvos tóxicos de la industria siderúrgica estadounidense.
Por su parte, en Quebec, Canadá, se hallaron niveles elevados de arsénico en las uñas de niños y adultos que viven cerca de una planta que procesa desechos electrónicos provenientes de Silicon Valley y otras regiones de EU. Además, algunos de estos residuos son enterrados en celdas cerca de humedales.
Riesgos ambientales y críticas
Especialistas en medio ambiente alertan sobre los riesgos de enviar estos residuos peligrosos a países donde las regulaciones ambientales son más débiles o inexistentes. Según Marisa Jacott, directora de la organización mexicana Fronteras Comunes, esta práctica representa una forma de “colonialismo de los residuos” que trata a México como el “patio trasero” de Estados Unidos.
Tim Whitehouse, exabogado de la Agencia de Protección Ambiental de EU (EPA), señaló que “los transportistas buscan los lugares más baratos y con menor regulación para enviar los residuos”.
En México, la gestión de estos desechos tóxicos se realiza en condiciones que muchas veces están lejos de cumplir con estándares internacionales. Mientras tanto, en Canadá, a pesar de sus regulaciones más estrictas, las importaciones de estos residuos también generan controversias. Martine Ouellet, exministra de Recursos Naturales de Quebec, cuestionó la aceptación de desechos tóxicos estadounidenses, calificando esta práctica como “una locura”.
Aumento en la exportación de residuos
En 2022, las empresas estadounidenses exportaron casi 1.3 millones de toneladas de residuos peligrosos, en comparación con los 1.1 millones registrados en 2018. México fue el principal receptor, concentrando más de la mitad de estas exportaciones.
De acuerdo con estudios, esta práctica podría provocar que los desechos terminen en lugares donde la vigilancia ambiental es más débil, aumentando el riesgo de contaminación y afectando a las comunidades cercanas.
Empresas defienden el reciclaje
Las compañías encargadas del procesamiento de estos residuos en México y Canadá argumentan que es posible manejarlos de forma responsable mediante reciclaje o disposición final adecuada. Sin embargo, organizaciones ambientalistas aseguran que las fallas en la supervisión regulatoria dejan a las comunidades vulnerables expuestas a riesgos significativos de salud y medio ambiente.
El estudio, basado en registros de exportación, documentos judiciales y análisis de suelo, expone las fallas en el comercio transfronterizo de residuos peligrosos, y plantea preguntas sobre las responsabilidades de los países desarrollados al enviar sus desechos a economías con menor capacidad de control ambiental.