Las crónicas del martes han sido horripilantes. En las primeras 48 horas en el cargo, el Trump de 2025 ha trabajado duro para dejar en claro que no es el Trump que dudaba hace ocho o cinco años. Comenzó la cacería de indocumentados. Cada relato del martes ha sido más monstruoso que el anterior. “No sé si se está entendiendo lo delicada que ha sido la definición de emergencia de seguridad en la frontera”, apunta Tonatiuh Guillén, excomisionado del Instituto Nacional de Migración y genuino especialista en el tema. “Es otra visión de los migrantes y los refugiados, que ahora dejan de ser personas que están haciendo algo irregular y pasan a ser, literalmente, como dice el discurso de Trump, invasores. Y en un contexto de militarización, el invasor es el enemigo, ya no una persona vulnerable, sino un enemigo de los Estados Unidos”. La presidenta Sheinbaum dijo ayer que México enfrentó esa situación en 2019-2020 y la superó con políticas humanitarias, y que incluso el volumen de migrantes hoy es menor al de entonces. Tonatiuh (y otros) piensan que no es igual. No porque las reglas del juego hayan cambiado, sino porque éste es un juego distinto. Ahora sí una cacería de enemigos. Mexicanos la mayoría.