Sin venir al caso y sin que nadie se lo preguntara, Claudia Sheinbaum se metió en la discusión entre el periodista Ciro Gómez Leyva y el propagandista Epigmenio Ibarra, con insidias y consejos no pedidos.
El “consejo” fue para fastidiar y estigmatizar al ofendido.
Le recomendó a Gómez Leyva que tome té de tila, porque se atrevió a cuestionar severamente a quien lo calumnió.
Pregunto: ¿qué tiene que hacer la Presidenta de la República en una discusión entre Ciro y Epigmenio?
¿No le basta la constelación de medios que la adulan todos los días y los periodistas sembrados en sus conferencias mañaneras, con discursos –que no preguntas– para que se luzca?
Sheinbaum se entrometió donde no debía, al descalificar a Gómez Leyva como un “adversario”.
El próximo domingo se cumplen dos años del atentado para matar al periodista Gómez Leyva, y Claudia Sheinbaum no tiene una respuesta acerca de quién lo mandó a asesinar.
Ni como jefa de Gobierno de la ciudad ni como Presidenta de la República ha resuelto el caso. Por lo visto no le interesa y abona en la sospechosa ineptitud para dar con el poderoso criminal.
En la mañanera del viernes, Sheinbaum soltó una arenga, un estigma y una insidia: “Así vamos a seguir gobernando y así quiere el pueblo de México que sigamos gobernando. Que, por cierto, eso tiene, bueno, enojadísimos a los adversarios. Vean, Ciro, cómo se puso con Epigmenio, un enojo… Té de tila. Estamos entrando a la Navidad, tranquilidad”.
Ya puso al periodista Gómez Leyva como su “adversario”.
¿Olvidó que tras las críticas en el programa de Ciro al entonces presidente López Obrador, alguien mandó matar al periodista?
López Obrador lo puso como adversario, promovió en vivo y en directo, en cadena nacional, que lo censuraran o quiten del aire.
Atacó a los dueños del Grupo Radio Fórmula por dejarlo expresarse, y dijo que Ciro lo criticaba por instrucciones de los propietarios de la estación.
Lo mismo hizo con otros periodistas: chantajeó a los dueños de los medios por tener a diversos periodistas que no seguían la línea oficial.
Gansteril fue lo que hizo López Obrador con los propietarios de los medios que, conocedores del valor de la diversidad de ideas y de la libertad de expresión, no doblaron ni corrieron a sus periodistas.
Gansteril fue el atentado para matar al periodista con mayor audiencia de la radio en México.
Gansteril fue la burla –o coartada– del entonces presidente López Obrador, al insinuar que el fallido crimen pudo ser un autoatentado para ganar rating.
Y ahora la presidenta Sheinbaum le recomienda “te de tila” al agredido.
Lo menos que puede hacer es resolver el caso, en lugar de ponerle la cruz de “adversario”, que en un país envuelto en el crimen y en la impunidad es una señal de ataque contra los periodistas no sometidos.
Mención aparte merece el rosario de mentiras expresadas por la presidenta Sheinbaum en la conferencia del viernes, en que se puso del lado del propagandista y ridiculizó al periodista: “Cómo se puso (Ciro) con Epigmenio”.
Dijo que desde el gobierno del presidente De la Madrid hasta que llegó AMLO a salvarnos, se impuso “una visión ideológica que lo que generó fue disminución en el presupuesto educativo, de salud, y convertir la educación, la salud en mercancía, no en derecho. La visión universal y fraterna de los derechos humanos se quedó relegada frente a la idolatría del mercado”.
Además de su mala fe, la Presidenta miente.
Es en su gobierno cuando se registra la caída en el presupuesto a la educación.
Es en su gobierno cuando se da una disminución inhumana del presupuesto en las áreas más sensibles de la salud.
Es en su gobierno cuando se registra la mayor cantidad de asesinatos al arranque de un sexenio.
Tales recortes están propuestos por la presidenta Sheinbaum, sin que haya una crisis económica.
De la Madrid lo hizo cuando se empezó a rescatar al país luego de la docena de años trágicos del populismo.
Con la disminución del presupuesto y la anulación de la reforma educativa en el gobierno de AMLO, se cayó la matrícula de estudiantes en todos los niveles, lo que no sucedía desde la Revolución.
Haber cerrado la llave del presupuesto a la educación y entregar la rectoría de la enseñanza pública a los sindicatos y a los promotores del odio de clases, ha llevado a padres de familia a buscar escuelas privadas para sus hijos, no siempre recomendables.
Haber golpeado de manera inhumana al sector salud desde el sexenio anterior (el de los 800 mil muertos por covid) llevó a la proliferación de dispensarios médicos privados junto a las farmacias, que han sido de gran utilidad ante la retirada del Estado de su obligación.
Entonces, ¿quién privatiza la educación y el acceso a la salud?
Dijo que al fin llegó una idea fraterna de los derechos humanos. ¿Con la defensora de los abusos del poder en la CNDH, Rosario Piedra?
Según dijo Claudia Sheinbaum el viernes, Ciro y sus demás adversarios están enojados por lo bien que AMLO y ella gobiernan el país.
La gran mayoría de los medios aplaude sus proezas inexistentes, y al principal periodista de la radio en México, al que quisieron matar, la Presidenta lo llama adversario y le recomienda, con ironía y desdén, que tome “té de tila”.