El histórico decomiso de pastillas de fentanilo logrado por la secretaría de Seguridad Pública en Sinaloa tiene preocupado al gobernador Rubén Rocha. Según mencionan cerca del morenista, el operativo golpeó de lleno a Fausto Isidro Meza, capo conocido como “Chapo Isidro” y que se mantiene al margen de la guerra entre la familia Guzmán y la familia Zambada que tiene convulsionada a la vida en la entidad el Pacífico.
Rocha nunca se enteró del operativo en curso y, de hecho, no se le avisó del viaje de Omar García Harfuch a la entidad que gobierna. Un día antes del decomiso conversó con mandos de la Marina que coordinaron la acción y no se le facilitó información.
Por estas horas el gobernador dice que el problema del decomiso es que la violencia se puede disparar en el norte del estado. El “Chapo Isidro” se enfrentó años atrás a Joaquín Guzmán Loera y desde ese entonces tendría el respeto de Iván Archibaldo Guzmán, sin embargo, el decomiso lo deja más expuesto y vulnerable.
La dinámica de la vida pública en Sinaloa contradice cualquier entendimiento acorde al estado de derecho: allí la clase política no festeja detenciones o mega operativos, sino que, más bien, temen sus consecuencias.
A eso se debe también la multiplicidad de mensajes cada vez que la violencia sacude a la política: a las pocas horas del operativo funcionarios municipales salieron a decir que en Guasave no hay narcolaboratorios. Un comentario muy extraño dadas las circunstancias.
Lo mismo sucedió el martes respecto a la noticia del estallido de un automóvil en Culiacán: hablaron funcionarios federales, estatales y locales. Todos aportaron una versión diferente.
Por cierto: aunque nunca lo dirá en público, en los últimos días Rocha ha buscado incesantemente al expresidente Andrés Manuel López Obrador. La semana pasada le pidió incluso una ayuda en ese sentido a un empresario muy cercano al exmandatario. Llamadas que de momento no son atendidas pero que instalan la duda: ¿Qué quiere hablar Rocha con el expresidente que no pueda comentar con Claudia Sheinbaum?
La gestión de Rocha, para colmo, ahora enfrenta una situación de desastre económico ante la cual pide apoyos en la CDMX. Una imagen de esta semana fue muy demostrativa: los estadios de beisbol, la gran pasión deportiva de Sinaloa, están desolados.
Una situación de anomia y temor que ya aparece en las encuestas que le acercan a Rocha y que explican que el gobernador ya no quiere decir nada de organizar una consulta popular que defina su destino.