Epigmenio Ibarra quiere que nuestra nación vuelva a ser un virreinato. Por eso habla de que Felipe Calderón y Ciro Gómez Leyva estuvieron en un evento que nada tiene que ver con la monarquía española. Saca a relucir el tema de la realeza para decir que “gente de la derecha” de México se esconde en Madrid.
Para variar, el propagandista miente. Madrid, como toda España, no es un lugar para esconderse. La vida se hace en la calle, a plena luz del día; sin militares actuando como guardaespaldas a las afueras de las moradas.
No hablo ni bien ni mal de los exmandatarios, pero lo que sí afirmo es que no gastan el dinero de los contribuyentes en protección (ya no se diga los ciudadanos mexicanos simples y corrientes que residen en ese país).
No se esconden porque, entre otras razones, España es más segura que México. Mucho más. Hoy por hoy un país gobernado por socialistas, no por marxistas o, peor aún, por demagogos. Se pagan impuestos y estos no se dilapidan en tantas y tan costosas obras inútiles…
Y mientras en Madrid los mexicanos de todos las ideologías caminan sin esconderse, en México personajes declaradamente ligados a la 4t o los que incluso detentan un cargo público se esconden en X bloqueando las respuestas que no les agradan o las que señalan sus corruptelas.
¿Quién se esconde? ¿Quién, además, tiene a emisarios para negar ese hecho? Aquí vale aquello de ‘aclaración no pedida, acusación manifiesta’. Hablo de los portavoces de López Obrador (muchas veces los mismos de Claudia) y de algo que es obvio: el expresidente AMLO se está escondiendo.
Porque una cosa es intervenir en el gobierno del ‘segundo piso de la transformación’ y otra esconderse. De lo primero sobran ejemplos. Ya vimos que contra la voluntad de la presidenta con A, la instrucción emitida desde La Chingada fue: ¡que siga Rosario Piedra al frente de la CNDH! Qué decir de un gabinete y una oficina de la Presidencia dominados por gente leal al expresidente y no a Sheinbaum.
Al respecto de lo segundo, López Obrador se ha refugiado en su escondite, rodeado de militares (también conocidos como el supuestamente extinto ‘Estado Mayor Presidencial’), huyendo de los Estados Unidos, de narcos contrarios a otros narcos que son sus aliados, del pueblo de México y muy particularmente de dar la cara por todo el desastre y corrupción que nos ha heredado.
Escondiéndose incluso de sus asociados ya que, después de la traición en Sinaloa y a partir de las primeras confesiones de El Mayo Zambada, López Obrador quedó expuesto y evidenciado. Sí, escondiéndose de las represalias de Los Mayitos por no haber impedido que los Estados Unidos detuvieran a su líder (estos se la pasan preguntándose qué tanto sabía el exmandatario de la traición que se avecinaba?
La guerra civil que se desarrolla en Sinaloa es prueba de que quienes fueron sus aliados (con aquello del ‘abrazos, no balazos’) se saben traicionados.
Escondiéndose de Estados Unidos. Tanto de la agonizante administración de Joe Biden, como del naciente y beligerante equipo de Donald Trump. Ambos requieren legitimación y qué mejor que un ganso cansado para degustar…
Andrés Manuel, escondido y con protección a costa del erario. Protección que negó a otros políticos, a periodistas y a activistas que la solicitaron o que la tenían y que a partir del 2018 les fue retirada. Protección que negó a la población mexicana en su conjunto. Ciertamente a los 200,000 asesinados en su sexenio.
Escondiéndose de las consecuencias acciones —pocas y aún insignificantes— que hace la SSPyC contra algunos narcos menores o muy menores. Protección para que nadie saque a la luz su negativa de que en México se fabricaba fentanilo ahora que se incautó una tonelada del mismo y se comienzan a cerrar algunos laboratorios en Sinaloa que fabrican la sustancia mortal.
Ya podrá Epigmenio —como tanta gente vendida al oficialismo— rasgarse las vestiduras. Pregonar que el tabasqueño está retirado y no interviene más en política. Lo que con ello logran es subrayar es innegable: López Obrador está escondido. Y desde su escondite hace de todo por controlar el futuro de México. El discurso y la beligerancia de los propagandistas del régimen enseñan esa realidad.
Lo que es más, este personaje torvo, al igual de sus cuatroteístas amigachos, niegan el escondite de AMLO como una forma de hablar del exmandatario y de que este salga a la luz y continúe hablándose de él en la opinión pública. Poca confianza tienen en que Sheinbaum pueda crear su propio discurso y su propia inercia.
En Palenque se encuentra el escondite de la corrupción, de la opacidad, de las órdenes escondidas y cifradas. Quien anhela continuar gobernando vive con el miedo de ser sustraído por los halcones del próximo presidente estadounidense, por el cártel de Sinaloa, por cualquiera de los muchos que han sido traicionados…
Ante la diatriba de Epigmenio acusando a Ciro Gómez Leyva de que se esconde en Madrid, analicemos por un momento: ¿quién da conferencias?, ¿quién dice dónde está?, ¿quién continúa conduciendo un programa así le ataque el corifeo de las plumas orquestadas? Si contestamos estas preguntas, se verifica de inmediato que el comunicador no es el que está escondido. El que está oculto es otro.
¿Quién se esconde?