Adán Augusto y Monreal se están peleando por dinero. Dinero que no es suyo, pero que asumen es suyo. No son los 123 millones de pesos de presupuesto que no llegaron al Senado porque los recortaron en la Cámara de Diputados. Esa es sólo la superficie. El problema de fondo es que llevan semanas pisoteándose los intereses mutuos. Políticos y económicos. Los amigos, los recomendados, los que huelen contratos en Pemex, CFE, Conagua…
Así que el pleito entre los coordinadores de Morena en el Congreso es un pleito de poder político y de poder económico. Pero sobre todo, es un pleito por un poder que no está ejerciendo alguien más. Y ese alguién más se llama Claudia Sheinbaum. Este pleito exhibe un vacío de poder que la presidenta de México no ha querido ejercer.
¿Se hubieran atrevido Adán y Monreal a hacer este showcito público de reprocharse millones y contratos, si el presidente fuera López Obrador? Nunca lo hicieron. Nunca lo hubieran hecho. Pero desde que los dos se aliaron para arrinconar a la presidenta de México en su pretención de renovar la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, y salieron políticamente impunes de ello, se quedaron con la impresión de que ya le habían tomado la medida. Si el senador Adán Augusto López y el diputado Ricardo Monreal se están atreviendo a tanto es porque sienten que dejaron atrás a Sheinbaum y ahora la disputa es entre ellos dos a ver quién manda aquí.
La presidenta no ha dado una señal de poder ni de mando. No la dio cuando le descarrilaron a su candidata a la CNDH hace un mes, y no parece que la vaya a dar ahorita. Frente al cruce de acusaciones de corrupción y traición entre Adán Augusto López y Ricardo Monreal, la presidenta ha escogido minimizar el pleito. Hacer como que no sucede. Decir que no hay problema, que son asuntos normales entre ellos. De lo más que los acusó fue de que se marearon de subirse al ladrillo, y les pidió que laven en casa los trapos sucios: “Si tienen algo que denunciar, ahí están las vías, no necesitan que sea un asunto público”.
Pero la frase más significativa, a mi juicio, llegó cuando la doctora dijo a Adán Augusto y Monreal: “¡Pueblo, pueblo, pueblo! Que nunca se les olvide quién los eligió”, agregó. Bueno, pues seamos sinceros: los eligió López Obrador. Él los hizo coordinadores parlamentarios a cambio de que apoyaran la candidatura de Sheinbaum. ¿La presidenta está delegándole el problema a López Obrador para que lo resuelva desde Palenque?
Estamos frente a una acusación de corrupción del coordinador de los Senadores de Morena contra el coordinador de los Diputados de Morena. De entrada, nada más eso debería despertar de su letargo a la nueva Secretaría Anticorrupción. Pero la propia presidenta sabe que debajo del recorte al Senado —la respuesta de los dos “negocitos” de 150 millones y la contrarrespuesta del fideicomiso de mil millones— yacen un manojo de intereses que le representan una gran oportunidad de poner orden dentro de su partido y demostrar quién manda aquí y cómo quiere que se hagan las cosas.
SACIAMORBOS
Se subieron a un ladrillo… pero de cash.