La historia política más decisiva de 2024 bien puede ser la magnitud de la derrota electoral de los adversarios de la 4T, de un tamaño tal que en lo esencial permitirá el indulto de López Obrador y de los suyos. Y les dará paz. En el gobierno, el Congreso, y tal vez pronto en los juzgados y la Corte, las musculosas mayorías morenistas les concederán esa tranquilidad que, con una oposición desbaratada y la edad de los obradoristas, quizá sea a perpetuidad. La nota del reportero Alberto Morales, publicada el sábado, es un indicador extraordinario. A su solicitud de información, la Secretaría Anticorrupción de Raquel Buenrostro respondió que no le entregará nada sobre eventuales investigaciones administrativas en curso a López Obrador, Bartlett, Romero y todos ellos. Y, no es broma, no lo hará porque “puede producir un daño real, actual y objetivo en la vida privada de la persona servidora pública, al ponerse en entredicho su capacidad, aptitud, confiabilidad y honradez”. Y pensar que hace poco López Obrador difundía a carcajadas información patrimonial de sus críticos. Ni hablar. Fin de año, tiempo de recuentos: la 4T no tuvo adversarios que pudieran producir un desenlace distinto. Este es el desenlace.