En los últimos tres años, el crimen organizado en México ha elevado la violencia a niveles inéditos, utilizando tecnologías bélicas avanzadas, como minas antipersonales y drones con explosivos, técnicas que en su mayoría se asocian con zonas de guerra como Ucrania o el Medio Oriente. Desde hace seis años, las autoridades han documentado ataques con explosivos en diversas regiones del país, pero la creciente sofisticación de estas tácticas ha sido especialmente notoria en el Bajío, el norte y el sur del país.
La lucha por el control de territorios entre grupos criminales ha derivado en un aumento de víctimas civiles, como campesinos, y miembros de las fuerzas armadas, quienes han sido alcanzados por artefactos explosivos de tipo bélico. Entre estos, las minas antipersonales, prohibidas por el Tratado de Ottawa de 1997, se han utilizado con frecuencia, a pesar de las restricciones internacionales.
Uno de los casos más recientes ocurrió el 16 de diciembre de 2023, en Michoacán, cuando dos militares fallecieron al activar una mina en una zona rural de Cotija. También en Tamaulipas, el 14 de noviembre, el crimen organizado utilizó drones modificados para lanzar explosivos, resultando en cuatro policías estatales heridos en los municipios de San Fernando y Río Bravo.
El uso de minas no se limita a las fuerzas de seguridad. El 5 de marzo de 2023, en Tumbiscatío, Michoacán, tres jornaleros murieron al activar una narcomina. Además de Michoacán y Tamaulipas, otros estados como Guanajuato, Chiapas, Guerrero y Sinaloa también han sido escenarios de ataques con artefactos explosivos.
Grupos criminales como Los Viagras, CJNG y el Cártel de la Huacana han desarrollado talleres clandestinos para la fabricación de ojivas y explosivos, los cuales son lanzados desde drones modificados. Estos avances han sido facilitados por el reclutamiento de militares de élite tanto mexicanos como extranjeros.
David Saucedo, experto en seguridad, explicó que estos grupos están reclutando a profesionales de la guerra, incluyendo militares de países como Guatemala y Colombia, quienes se suman al crimen organizado debido a la falta de incentivos del gobierno. “Estos exmilitares entrenan a las células del narcotráfico en tácticas militares avanzadas”, señaló Saucedo.
La creciente capacidad de los cárteles para emplear técnicas militares sofisticadas representa una nueva amenaza para la seguridad en México, donde la violencia se ha intensificado y se ha diversificado con el uso de nuevas tecnologías en los conflictos criminales.