A las 3:30 de la madrugada un estallido cimbró Culiacán y un automóvil quedó devorado por las llamas, dos columnas de fuego y humo se veían desde lejos. La primera versión fue que se trataba de un carro-bomba. En la mañanera, el secretario Omar García Harfuch dijo que en realidad se trataba de un dron con explosivos. En la tarde, el gobierno de Sinaloa aseguró que había sido un dron, pero que sólo hizo estallar un petardo.
La versión de García Harfuch parece la más verosímil, porque ningún petardo puede hacer detonar un automóvil ni dejar esa estela de humo durante tanto tiempo. Que haya sido un dron artillado el que causó esa explosión no es ninguna buena noticia. Desde hace días hemos hablado de cómo los cárteles están contratando militares o guerrilleros de otros países con experiencia en drones para utilizarlos en sus enfrentamientos.
Pero no es esa la única posibilidad hipotética, el propio Donald Trump ha hablado muchas veces de la posible utilización de drones para atacar a narcotraficantes o laboratorios de fentanilo o metanfetaminas.
En 2020, el entonces presidente estadunidense Donald Trump le dijo a su secretario de Defensa, Mark Esper, que quería lanzar misiles contra México, para “destruir los laboratorios de drogas” y matar a los líderes de los cárteles. Lo escribió el propio Esper en 2022 en su autobiografía A Sacred Oath. Trump, durante el verano de 2020 le preguntó al menos en dos ocasiones a Esper si el ejército podía “disparar misiles a México para destruir los laboratorios de drogas”. El argumento era que en México “no tienen control de su propio país”.
Cuando Esper le dijo que no era conveniente, Trump le contestó que “simplemente podríamos disparar unos misiles Patriot y eliminar los laboratorios, con discreción” y “nadie sabrá que fuimos nosotros”. Estados Unidos negaría haber realizado el ataque.
El pedido de Trump, dice Esper en su libro, lo dejó perplejo e incluso pensó que había sido una broma, hasta que vio que era un pedido real del presidente y tuvo que explicar a Trump que eso no era posible. Incluso asegura que pensó en renunciar a su cargo como secretario de la Defensa y que no lo hizo (lo terminó despidiendo Trump en noviembre de 2020) porque creía que el presidente estaba rodeado de incondicionales que le inculcaban “ideas peligrosas”. Esos incondicionales son los que está designando Trump en todos los cargos de seguridad de su próximo gabinete.
Uno de esos será Stephen Miller, designado subdirector del gabinete de Políticas de la Casa Blanca. Esper en su libro dice que Miller era el funcionario con influencia sobre Trump con las ideas más “erráticas” y “peligrosas”. Según el libro de Esper, en 2020, Miller propuso enviar a 250 mil soldados a la frontera sur de los Estados Unidos, para frenar las caravanas migrantes que supuestamente entrarían en la Unión Americana. Esper le tuvo que hacer ver a Trump y Miller que era tan equivocada la propuesta que ni siquiera consideraba que “las fuerzas armadas de Estados Unidos no tienen 250 mil soldados para enviar a la frontera por una tontería de ese tipo”.
No nos asombremos entonces si en 2024 desde la Casa Blanca se les ocurren ideas extrañas y peligrosas. Los drones ya estaban en la agenda de Trump en 2020, la diferencia es que entonces estaba terminando su gestión y ahora está empezando, y que entonces tenía funcionarios que frenaban esos impulsos y que ahora tiene en la cima del poder a personajes como Stephen Miller.
Por cierto, se anunció que Trump estará el sábado en la reinauguración de la Catedral de Notre Dame en París, luego del incendio que la destruyó parcialmente hace cinco años. Dijo que el presidente Emmanuel Macron había hecho un maravilloso trabajo de restauración. Es una señal más de que la relación con Trump tiene que pasar por los contactos personales: eso es lo que le gusta y lo que quiere. Lo hizo el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau y lo hace Macron, lo hizo el argentino Javier Milei y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y lo recomienda en sus memorias Angela Merkel.
Hay que acercar posiciones personales con Trump y hablar con claridad con él. México tiene cosas qué mostrar en el ámbito que le interesa a Trump, que es la migración y el fentanilo. La actual estrategia de seguridad está bien encauzada, como se vio en las cifras que mostró ayer García Harfuch, pero hay que reforzarla y la colaboración y el intercambio de inteligencia podría servir mucho en ese sentido. Es la única forma de alejar de Trump esas ideas peligrosas y erráticas de las que hablaba Esper.
SÓLO EN LAS MAÑANERAS
Han cambiado varias cosas con el nuevo sexenio, pero no el vicio de tener falsos periodistas que hacen preguntas sembradas, pagadas y sin sentido en las mañaneras. Ayer fue un día prolífico en ese sentido, con barbaridades disfrazadas de preguntas con temas alejados por completo de la realidad.
Uno de ellos fue el de la separación de Banamex y Citi, y el destino de su patrimonio cultural, de enorme valor para el país, como si éste se fuera a perder. Hay que insistir en un tema: siempre se ha dicho que Banamex preservará su patrimonio cultural, que no lo enajenará ni sacará del país, que asumía la responsabilidad de conservar y difundir el patrimonio cultural, artístico, arquitectónico e histórico que es de su propiedad. Alguno de esos personajes youtuberos podrían visitar el museo que no está lejos de Palacio Nacional, en la calle de Isabel la Católica, para comprobarlo. Quizás es mucho pedir.