Desde que Donald Trump ganó las elecciones presidenciales de Estados Unidos y amenazó con un arancel de 25% a todos los productos mexicanos, el régimen de la presidenta Sheinbaum ha dado un giro en lo que tiene que ver con seguridad. Está mandándole a Trump todas las señales de que México ya no está cruzado de brazos, que no hace falta un ultimátum comercial al país para sacudirlo.
Las dos señales más significativas se dieron martes y miércoles de esta semana.
El martes, la Marina incautó más de una tonelada de fentanilo en Sinaloa. El decomiso significa un récord histórico para México y para Estados Unidos. Hubiera alcanzado para 20 millones de dosis, con valor comercial de cerca de 8 mil millones de pesos. No es solo un golpe mediático. Es un golpe económico brutal a la finanzas de la organización de Isidro Meza Flores, conocido como “El Chapo Isidro”, vinculado al cártel de los Beltrán Leyva, identificado como uno de los mayores participantes del negocio del fentanilo.
Y ayer miércoles, la presidenta Sheinbaum anunció que se iba a vivir temporalmente a Sinaloa Omar García Harfuch, el hombre de todas sus confianzas para temas de seguridad, que además tiene el visto bueno de un amplio sector del gobierno estadounidense. Tiene la misión central de acabar con la violencia.
Para Sheinbaum, sentarse a la mesa con Trump con estas dos noticias en el portafolio la pone en una posición dramáticamente diferente para la negociación. Encima, le puede presumir que han detenido a más de 5 mil personas en dos meses de gobierno. Es de facto, el fin del “abrazos no balazos”.
La presencia del secretario Harfuch en Sinaloa lo vuelve el gobernador de facto. Un esquema similar —aunque no idéntico— al que tuvo que recurrir en 2014 el entonces presidente Enrique Peña Nieto cuando Michoacán estaba bajo control de los cárteles Caballeros Templarios y Familia Michoacana, y el gobernador Fausto Vallejo tenía a su hijo y a su secretario de Gobierno realizando reuniones cotidianas con el líder de un cártel para discutir acciones de gobierno (algunas de las reuniones quedaron videograbadas y fueron reveladas por un servidor en estas mismas Historias de Reportero, en esos años). El gobierno central mandó al que había sido procurador en el Estado de México, Alfredo Castillo, para que fuera una especie de zar, y se logró reducir la violencia por un buen tiempo. El gobernador de Sinaloa, el morenista Rubén Rocha Moya, ha de estar recordando un dato: Fausto Vallejo duró cinco meses de gobernador desde que le mandaron a Castillo. Tuvo que renunciar. Vallejo —como ahora Rocha— no podía ser parte de la solución porque se había vuelto parte del problema.
SACIAMORBOS
El presidente de Corea del Sur vio cómo se desplomó su popularidad por dos razones: su esposa apareció en video recibiendo de regalo una bolsa Dior con valor equivalente a 45 mil pesos y se revelaron conversaciones telefónicas donde presionó para que las encuestas de su partido favorecieran a los candidatos que él quería. Por estas dos cosas, su popularidad cayó al 17%, la oposición lo atacó y él en respuesta desató una crisis política como no se había visto en 40 años en el país. ¿Videos de parientes recibiendo dádivas? ¿Presiones internas de partido? Esos problemas del primer mundo. En México, Yoon Suk Yeol tendría 65% de popularidad, arrasaría en las elecciones y estaría mandando desde su rancho. Nació en el país equivocado.