En plena recta final del año iniciaron los primeros forcejeos de la aparentemente lejana sucesión Sonora 2027 que, aunque recortada a tres años, no deja de ser anhelada por las y los suspirantes. Morena y PAN lanzaron jabs, como haciendo boxeo de sombra, para entrar en calor. Obviamente no despertaron pasiones. Ni siquiera interés. Y eso debiera ser preocupante para la llamada clase política.
Eso significa que los suspirantes están fuera de forma, pasados de peso y, horror, están pasando desapercibidos. En resumen, no interesan a la gente.
Los primeros escarceos se registraron entre el alcalde capitalino Toño Astiazarán, quien buscaba financiar parte de su eventual campaña con una impopular alza de impuestos al agua potable y predial. La iniciativa fue frenada por el Congreso local. Después entró al quite el gobernador Alfonso Durazo al declarar que el año entrante inyectaría 800 millones de pesos en Hermosillo, más 240 milloncitos de recursos federales.
Nada mal en esta época de estiaje presupuestal.
Ahora falta que lo cumplan. O de perdida que lo firmen con sangre.
Con esa intentona de subir el cobro de servicios básicos Toño se vio errático, con la brújula perdida. Y, obviamente, Morena se le fue a la yugular.
Pero Toño no está solo en el Handicap Sonora 2027. Aunque priista de corazón, el alcalde firma por el PAN, donde Lilly Téllez se podría colocar en el arrancadero.
Por el lado de Morena, si vamos con el librito, escogerían entre Lorenia Valles y Heriberto Aguilar.
Y por el PRI, nadie, por el momento. Bueno, esperaremos a ver si aún existe en 2027.
Ni hablar: La caballada está flaca. Algo deberán inventar para despertar un poquito de pasión.