Aunque no hubo demasiada solemnidad ni comunicados estruendosos, el crimen del diputado federal Benito Aguas, perteneciente al Partido Verde, ha detonado la inquietud en la política y esto fue muy visible ayer martes en Acapulco, donde todos los gobernadores tuvieron una plática con reserva total y que fue conducida por Omar García Harfuch.
En el instituto político descartan de modo tajante que el legislador veracruzano tuviera nexos con el crimen y también niegan alguna injerencia del ahora exgobernador Cuitláhuac García.
Según explican a LPO, su muerte es una advertencia del Cártel de Jalisco Nueva Generación al Gobierno, una especia de ataque preventivo a partir de los operativos que García Harfuch despliega en el Pacífico. Se trata además del Cártel que domina las actividades ilícitas en buena parte de Veracruz.
La violencia de los cárteles aplicada a altos rangos de la política sería una novedad en la historia reciente. Para México además es una cuestión de presión externa porque si el narco se descontrola contra la autoridad esto va a potenciar las voces en el Partido Republicano que reclaman una intervención militar en el país.
De hecho, la designación del nuevo embajador estadounidense, Ronald Johnson, encuentra ecos con su experiencia anterior en El Salvador, donde las mafias amenazaban de muerte a los políticos.
Para el CJNG atentar contra políticos no es nuevo y ya lo hicieron contra el actual secretario de Seguridad. En los primeros meses de la corriente administración, ya murió un alcalde del PRI, un dirigente estatal de MC y ahora un diputado federal del Verde.
En este partido creen además que desde las fuerzas de seguridad se está incrementando la búsqueda de Nemesio Oceguera Cervantes, “El Mencho”, lo cual también expone la faceta más violenta del grupo criminal. La semana pasada la DEA, de buena sintonía con García Harfuch, elevó la recompensa por el capo.