En política la forma es fondo, decía Jesús Reyes Heroles. Lo constatamos ayer. Los máximos representantes de los Poderes Ejecutivo y Legislativo dejaron sola a la ministra presidenta de la SCJN, Norma Piña, en la presentación de su 2º Informe de Labores. Es una forma de decir que, para ellos, el Poder Judicial ya dejó de existir —tal como lo conocemos—, aunque faltan cinco meses 20 días para la elección de jueces, magistrados y ministros que reemplazarán a los actuales.
La presidenta Claudia Sheinbaum siguió el ejemplo de López Obrador. No asistió al evento. Mandó en su representación a César Yáñez, subsecretario de Derechos Humanos de la Segob.
Tampoco asistieron Gerardo Fernández Noroña, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores, ni Sergio Gutiérrez Luna, su homólogo en la Cámara de Diputados.
Los magistrados del Tribunal Electoral Mónica Soto, Felipe de la Mata, Felipe Fuentes, identificados con el oficialismo, tuvieron falta también.
Sólo asistieron Janine Otálora y Reyes Rodríguez, quienes, aun en desventaja, han defendido la independencia de ese tribunal que entregó a Morena y rémoras una mayoría calificada —dos tercios de la asamblea— en la Cámara baja.
El Tribunal validó esa mayoría calificada, a pesar de que los candidatos del oficialismo sólo alcanzaron el 54% de los sufragios en la elección legislativa del pasado mes de junio.
* El asunto es grave. La división de poderes está en crisis. El Ejecutivo y el Legislativo hacen como si el Poder Judicial ya no existiera. Ya nos alcanzó la advertencia que hizo Montesquieu, pensador francés, sobre los riesgos de que se concentre el poder en una sola persona: “Cuando se concentran el Poder Ejecutivo y el Legislativo en la misma persona, ya no hay libertad. No hay tampoco libertad si el Poder Judicial no está separado del Poder Ejecutivo y del Legislativo”.
Las palabras de Montesquieu reflejan lo que empezó a ocurrir en México desde el 1 de diciembre de 2018 y que se ha concretado con la mayoría calificada artificial obtenida por el oficialismo en ambas cámaras.
* En su discurso, la magistrada Piña manifestó lo que muchos pensamos. La muy polémica reforma judicial no hubiese existido si la SCJN se hubiese allanado a la voluntad del anterior presidente, Andrés Manuel López Obrador.
Fueron, precisamente, los reveses que el Poder Judicial le asestó al tabasqueño lo que engendró la reforma para controlar el Poder Judicial. Hablamos del tema de la militarización de los mandos de la Guardia Nacional. A eso hay que agregar la anulación por decreto que declaraba como de “seguridad nacional” todo lo relacionado con las obras prioritarias; y la cancelación de su famoso plan B electoral.
La presidenta de la Corte agregó:
“Cada vez que la Corte resolvió uno de esos casos, las y los ministros que votamos en contra de lo que el gobierno percibió como contrario a su proyecto político fuimos acusados de traidores, corruptos, aliados de minorías rapaces y de la delincuencia organizada y de cuello blanco e, incluso, se realizaron alegorías en ataúdes de algunos de nosotros.
“Todo ello por ejercer nuestra función como jueces constitucionales y de cara a la sociedad, sintetizó.
* A la ministra Piña no sólo le hicieron el desaire, sino que dos destacados personajes del oficialismo hicieron declaraciones de una rudeza innecesaria.
Uno de ellos es el ministro en retiro Arturo Zaldívar. Este hombre, que cambio la toga para incorporase al poder gubernamental, se atrevió a decir de su excompañera que pasará a la historia como “la peor” titular de la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
“Confundió independencia con oposición y estrategia con arrogancia. Incluso, quienes en su momento aplaudieron dicha actitud, hoy lo lamentan”.
Yo me pregunto si Zaldívar tiene autoridad moral para hablar así. ¿Se le habrá olvidado que quiso reelegirse para seguir siendo la mancuerna de AMLO en la Corte? ¿Qué decir de su salida anticipada del Poder Judicial para tirarse un clavado en el oficialismo? Arturo Zaldívar es hoy coordinador general de política y gobierno de la Presidencia de la República y uno de los principales promotores de la reforma judicial.
A otro que se le fue la lengua por enésima vez es a Fernández Noroña. El presidente de la Mesa Directiva del Senado dijo de la ministra Piña:
“Me parece que, hoy, el informe que dio muestra su aislamiento, el nivel de pésima conducción política que hizo del Poder Judicial. Lo puso en la necesidad de una profunda reforma y de una democratización absoluta”.
Fernández Noroña debería empezar por analizarse el mismo. Como presidente de la Mesa Directiva representa la unidad de la Cámara alta. En los hechos, es uno de los promotores del odio a los senadores de oposición.