De manera forzada, es cierto, Alejandro Murat apareció en primeras planas de la prensa española el 24 de noviembre. Una foto vieja de él al lado del presidente del gobierno español Pedro Sánchez, más unas declaraciones de un empresario local de apellido Aldama, lo vincularían al entramado de corrupción de la temporada en Madrid. No pasó nada. El expriista encontró el cobijo de sus compañeros senadores morenistas y santa paz, hasta que el miércoles Palacio Nacional desenterró un asunto de corrupción en Infonavit cuando él fue director general (2012-2015). Murat dejó pasar 48 horas, quizá para medir la velocidad del viento, pero ayer prefirió difundir un video de cuatro minutos que, en mayúsculas, es el 1-2-3 del Manual de Control de Daños en tres pasos de la 4T. Uno, diga que trabajó con apego a la ley, con transparencia y honestidad. Dos, culpe a alguien que no sea del movimiento (en este caso al exdirector Penchyna), acúselo de corrupto, no importa si es con medias verdades o falsedades. Tres, apoye sin reparo al régimen de la transformación, en este caso entone un himno a la reforma en curso al Infonavit. Palacio Nacional no volverá a meterse con usted. De manual. 1-2-3 y a celebrar las fiestas.