La imagen es un tanto lastimera. O un mucho. Mediodía del martes, barrio de Salamanca. Martes 10 de diciembre, justo a un mes de que este hombre supuestamente llegue a Venezuela para tomar posesión como presidente. Unos cuantos periodistas atienden la convocatoria a la conferencia de prensa conjunta del exiliado “presidente electo” Edmundo González, desde aquí, la Asociación de la Prensa de Madrid, y de María Corina Machado, desde una pantalla remota. Pese al desamparo que proyecta, Edmundo insiste en que el 10 de enero jurará el cargo en Caracas, porque ésa fue la voluntad ciudadana. María Corina, quien sería la vicepresidenta, lo secunda, y previene: el régimen de Maduro está en fase terminal, “lo que lo hace tremendamente brutal e irracional”. Luego acoplan las voces: ellos, la oposición que con una desventaja sobrecogedora habría derrotado a Maduro y los suyos, esperan el reconocimiento de las democracias del mundo. Y ella fija la exigencia, que es también ruego: “Vienen días terriblemente peligrosos y desgarradores, todo aquel que se mantenga en una posición de indiferencia se está colocando del lado del opresor”. El gobierno mexicano, por ejemplo.