No, ni Canadá ni México serán, ni están interesados (y Estados Unidos tampoco) en ser anexos de la Unión Americana, como dijo Trump en NBC. No se necesita contestar todas las cosas que el próximo mandatario estadunidense dice en los medios para su público, porque muchas, como éstas, sencillamente no tienen sentido. No necesitamos recordar que tenemos un himno ni que somos un país soberano para contestarle a Trump: eso es lo que él quiere para seguir alimentando su narrativa.
Pareciera que la comunicación entre Donald Trump y Claudia Sheinbaum se da a través de un teléfono descompuesto y que se canaliza por declaraciones contradictorias en los medios de comunicación. Porque en la mayoría de los casos hablan, los dos, para sus audiencias internas. Pero también, en la confusión, hay otro tipo de señales que deben valorarse.
Por ejemplo, este fin de semana, la presidenta Sheinbaum sostuvo que el T-MEC es el único mecanismo que tiene la región para competir con China, es una declaración abierta de que está dispuesta a sumarse al esfuerzo de Estados Unidos y Canadá en la guerra comercial con China. Ése es un tema clave para la relación con Trump (y con Canadá). Cuando se habla de suplantación de importaciones no es para volver a los años 50, sino para comprender que ese enorme comercio que se tiene ahora con China, ampliamente deficitario para México, debe realizarse, en la medida de lo posible, con nuestros socios en América del Norte, con los que nuestras empresas tienen economías ampliamente integradas. La carta del T-MEC es la única que le sirve a México, más allá de las declaraciones de Trump.
Es verdad que se le agregó a esa declaración otra que no tiene sentido ni posibilidades: que ese T-MEC se amplíe a toda la región latinoamericana. Ni nos conviene ni tampoco a Canadá y Estados Unidos. El Mercosur juega con sus propias cartas, como lo vimos con el tratado que acaba de firmar con la Unión Europea y que nosotros no hemos concluido por el absurdo diferendo que tenemos con España. Brasil es un competidor geopolítico de siempre respecto a México y el gobierno de Milei en Argentina, ya lo veremos, establecerá sus propios e importantes acuerdos con Estados Unidos. Con las naciones de Centroamérica tendrá que haber acuerdos por separado, porque la realidad de cada una de esas naciones es diferente.
Por otra parte, Trump designó a Christopher Landau, quien ya fue embajador en México en su primer gobierno, como subsecretario de Estado, para trabajar junto a Marco Rubio. Es una buena noticia, es un diplomático que hizo un buen papel, que conoce México y que puede ser un puente de comunicación. Es una buena señal de que el encargado en el Departamento de Estado de la relación con nuestro país sea un hombre con el que se puede establecer una comunicación fluida… que no dejará de ser, cuando lo considere necesario, también duro.
Todo con Trump es contradictorio: las declaraciones vacías hay que dejarlas a un lado, comprendiendo que sí cumplirá los que son sus principales objetivos: migración, fentanilo, China, que para él son irrenunciables, y tendrían que serlo, por razones de política interior, más allá de Trump, también para nosotros.
Trump insistió en una entrevista con NBC en que pondría aranceles, que llevaría a cabo su plan de deportaciones masivas y que como no le gustaba separar familias deportaría a familias completas, aunque al mismo tiempo dijo que quizás abriría espacios para regularizar a los dreamers. Eso es lo que tratará de cumplir. México tiene que reducir los flujos migratorios (ya lo está haciendo), castigar el tráfico de fentanilo (donde hay también avances) y rediseñar la relación con China, lo que ha prometido la presidenta Sheinbaum que se hará, porque, insistimos, esa es la carta clave para la renegociación del T-MEC, que probablemente se tenga que adelantar para el año próximo.
Y también para abatir iniciativas, que incluso violan las normas financieras internacionales, además del T-MEC, como la intención, planteada en el Congreso por el futuro vicepresidente, JD Vance, de imponer una comisión a las remesas. De concretarse, una de las medidas que más afectarán a la población en nuestro país. Vance es un personaje, por su construcción ideológica, sus rencores sociales y su impericia, mucho más peligroso que el propio Trump.
Mientras tanto, se necesita un intenso trabajo de cabildeo dentro de Estados Unidos, algo que se abandonó en el sexenio pasado, un cabildeo diplomático, pero también político, con empresarios, con migrantes, con grupos de intereses y, por supuesto, en el congreso estadunidense, sobre todo con los legisladores de los estados que tienen fuertes relaciones comerciales con México.
Resulta desconcertante que con Texas, que es nuestro principal socio comercial dentro de la Unión Americana, no se puedan establecer los mecanismos y diálogos para sacar adelante una relación mejor que la desastrosa que tenemos con el gobierno de Abbott, el más duro partidario de las deportaciones masivas. Con Texas hay todo tipo de vínculos: deberían servir para cabildear políticas más sensatas.
LA FIL Y ESPAÑA
El diferendo que mantenemos con España es tan absurdo como artificial, creado por los rencores personales del expresidente. La mejor demostración la acaba de demostrar la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, con récord de visitantes y una abrumadora presencia española, que fue el país invitado especial, que exhibió todo tipo de lazos de amistad entre los dos países. Una FIL que también fue objeto de rencores del expresidente, y que el gobierno federal debería celebrar en lugar de ignorar.