Por curiosidad básica habrá que preguntar qué hizo Cuitláhuac García para que ayer, cuando dejaba el gobierno de Veracruz, la presidenta Sheinbaum le confiriera el privilegio de invitarlo a trabajar con ella. “Luego les platico dónde, pero será en una parte importante, estratégica”, aseguró. ¿Es Veracruz más seguro y menos criminal que seis años atrás, más limpio, más rico, descuella en educación pública, sus servicios de salud son modelo nacional, es una estampa ejemplar contra la corrupción, tiene mejor infraestructura? No, no y no. Pero nada de eso parece importar para abrirse carrera en tiempos de la 4T. Lo que vale es ganar elecciones, agachar la cabeza ante Palacio Nacional y cerrar la boca. Y repetir que se ha sacado a millones de la pobreza, vencido a los corruptos y participado con vigor en la transformación de México. Así sobreviven Rocha y Américo y Monreal, el gobernador. Así sobrevivieron Cuauhtémoc y Rutilio, y así son alabados Evelyn y May. Caquistocracia es el concepto con que la sociología política categoriza a los gobiernos de los peores y donde la ineptitud es gratificada. Suerte a Cuitláhuac, pues, en su cargo importante y estratégico. Sabe bien lo que debe hacer.