El domingo pasado, el columnista de esta casa editorial, Claudio Ochoa Huerta, dio a conocer que en octubre el Museo Nacional de Arte se utilizó para celebrar la boda de Martín Borrego Llorente, entonces jefe de la oficina de la secretaria de Relaciones Exteriores, Alicia Bárcena. El director del museo aseguró que, de manera oficial, Borrego Llorente solicitó el uso del salón de recepciones del museo, y que le fue proporcionado para la realización de un evento diplomático. Ayer, la Secretaría de Relaciones Exteriores anunció que el Órgano Interno de Control de la Cancillería ha iniciado las investigaciones correspondientes para determinar si funcionarios, o exfuncionarios, de la dependencia hicieron uso indebido de espacios públicos. Borrego Llorente es hoy comisionado de la Semarnat, bajo las órdenes de doña Alicia Bárcena, y nos dicen que ojalá pronto se concluya la investigación, no sea que para celebrar el primer año de su matrimonio solicite alguna de las Áreas Naturales Protegidas con que cuenta México decretadas como Reservas de la Biosfera.
La presidenta de la Suprema Corte, Norma Lucía Piña, asegura que tiene muy claro que concluirá su paso por el máximo tribunal del país en agosto próximo después de la elección de jueces, sin embargo, dice que aún no sabe a qué se va a dedicar. Nos adelantan que la ministra piensa dedicar parte de su tiempo a escribir un libro. Sería interesante que doña Norma escribiera, desde el lugar privilegiado que tuvo, cómo se vivió al interior del alto tribunal constitucional del país la reforma del Poder Judicial, especialmente cómo fueron las discusiones internas entre las y los ministros, y el alto número de intrigas y golpes que se vivieron en los últimos meses de la actual Corte. Seguro sería un bestseller.
Hasta la noche de ayer, ni diputados de Morena, y menos de la oposición, tenían en su poder el proyecto de dictamen del primer Presupuesto de Egresos de la Federación de esta administración. Nos cuentan que se prevé que hoy se discuta en la comisión de Presupuesto y se desahogue en el pleno el miércoles y jueves. Sin embargo, es un misterio para propios y extraños los recortes y reasignaciones que se prevén hacer. Se supone que el dictamen debe circularse con 24 horas de anticipación, según el reglamento de la Cámara de Diputados. Nos dicen que a muchos diputados quizá se les olvida que el dictamen siempre se conoce tan sólo unos minutos antes de ser aprobado, cuando ya haya recibido el aval de la Secretaría de Hacienda, y que diga lo que diga será aprobado por la aplanadora de Morena.
Después de casi cinco años de permanecer en el Patio del Federalismo, los periodistas que cubren las actividades del Senado tendrán que volver a la sala de prensa, que se ubica en el segundo sótano del inmueble. La medida de quitar de ese espacio a los comunicadores coincide con los reportes en los medios del zafarrancho protagonizado el jueves pasado por senadores de Morena y el PAN. Nos hacen ver que desde que inició la nueva Legislatura, en septiembre pasado, los dirigentes del grupo parlamentario mayoritario determinaron que los reporteros tendrían que regresar al sótano y dejar libre el espacio que hasta ahora ocupan en el Patio del Federalismo, por la incomodidad que les provoca tener todo el tiempo a los medios de comunicación observando los movimientos de los legisladores. El peor descontón del pleito se lo llevó la prensa.