Un equipo de Standard and Poor’s (S&P), una de las agencias de calificación más influyentes en el mercado, llegó a México para revisar en persona los números de la macroeconomía y evaluar si es necesario ajustar la calificación de la deuda soberana del país. El equipo de analistas expresó preocupaciones sobre el Presupuesto de Egresos 2025 presentado por el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O. Según un economista cercano a la calificadora, el presupuesto “está muy dibujado” y no refleja una proyección realista de la economía mexicana.
Uno de los puntos más criticados por S&P es la meta del gobierno mexicano de reducir el déficit fiscal de 5.9% del PIB a 3.9%, lo que los analistas consideran poco realista. “Con suerte, van a reducirlo en un punto, porque han sobreestimado los ingresos”, comentó el economista. El precio del petróleo y las proyecciones de crecimiento económico entre el 2% y 3% también fueron cuestionados. S&P recortó su estimación de crecimiento de México para 2025, bajando del 1.5% al 1.2%, la mitad de la proyección oficial de Hacienda.
Ramírez de la O se mantiene confiado en que el presupuesto de 2025 da certidumbre a las calificadoras. Según el gobierno mexicano, el crecimiento de la recaudación tributaria del 3% permitiría reducir el déficit mientras se aumenta el gasto en proyectos de infraestructura y programas sociales impulsados por Claudia Sheinbaum. Sin embargo, para S&P, esta proyección no es realista.
El debate, sin embargo, va más allá de las diferencias sobre las estimaciones económicas. S&P expresa dudas más profundas sobre la estabilidad fiscal de México. Durante los primeros años de AMLO, se proyectó una imagen de seriedad fiscal, pero luego se hizo evidente que el gobierno estaba utilizando el “stock” de recursos acumulados por las empresas y entes públicos bajo el presupuesto. Esto se reflejó en el último año de su mandato, cuando el déficit fiscal real alcanzó casi 6% del PIB, un nivel no visto en el país en tres décadas.
La preocupación sobre una posible regresión a una economía deficitaria similar a la de los años 70 bajo el PRI ha surgido. Los analistas también señalan que las ganancias artificiales generadas por la devaluación del peso pueden estar permitiendo un gasto mucho más alto del que los ingresos del gobierno permiten. Esta práctica podría estar elevando la emisión monetaria, lo que tendría implicaciones a largo plazo.
Estas dudas tienen implicaciones más allá de lo teórico. Si S&P decide bajar la calificación de México, el país podría enfrentar créditos más caros. Recientemente, otra agencia de calificación, Moody’s, cambió la perspectiva de la deuda soberana de México de estable a negativa, aunque aún mantiene la categoría Baa2.
S&P será un actor clave en los próximos meses, ya que sus decisiones afectarán la percepción internacional sobre la economía mexicana y el acceso al financiamiento para el gobierno.