Nos cuentan que jueces, magistrados, trabajadores del poder judicial, algunos círculos académicos y hasta parte de lo que queda de la oposición política están viendo la sesión del martes en la Suprema Corte como la última batalla para rescatar el sistema de equilibrio de los poderes del Estado. Por lo pronto, continúa el vendaval de acciones, amparos y recursos contra la reforma judicial y los subproductos legales que ha traído, y la oposición alista una impugnación contra el Comité de Evaluación del gobierno, que en los hechos escogerá los perfiles de candidatos para la elección de juzgadores, por su conformación mayoritariamente filomorenista. Además la Asociación de jueces y magistrados, la Jufed, convocó a una concentración frente a la Corte para ese día, a la que sumarán los estudiantes que se movilizaron semanas atrás. Así se dará el debate en la Corte sobre el proyecto del ministro Juan Luis González Alcántara para invalidar en parte la reforma. ¿Será la batalla final?
Luego del violento primer mes de sexenio, que dejó en claro el avance que tuvo durante la administración pasada el crimen organizado, nos cuentan que en las áreas de seguridad del gobierno federal saben que el tiempo para entregar resultados se acorta y que pese a los ajustes incipientes que se han podido observar en la estrategia contra el crimen, la presión social y política irá en aumento mes tras mes. Nos aseguran que la coordinación entre el civil Omar García Harfuch y los secretarios de Defensa, Ricardo Trevilla, y de Marina, Raymundo Pedro Morales, ha sido fluida hasta ahora. ¿Será que llegará de lleno el cambio de estrategia para intentar finalmente darle la vuelta al fracaso del “abrazos, no balazos”?
Nos dicen que, a cinco años de la masacre de Bavispe, Sonora, integrantes de la familia LeBarón acudirán mañana a Palacio Nacional para seguir exigiendo justicia a las autoridades, en este caso a la presidenta Claudia Sheinbaum. También realizarán una movilización pacífica, que se iniciará frente al despacho presidencial para dirigirse a la Embajada de Estados Unidos. Nos comentan que algunos de los LeBarón buscarán entregar una carta a la mandataria para pedirle atender la violencia que se vive en el norte del país.
Nos cuentan que a diferencia de otras legislaturas en las que la conducción de las sesiones se daba de forma plural, la actual del Senado ha sido unipersonal por parte del presidente de la Mesa Directiva, Gerardo Fernández Noroña, quien tiene sin voz y como meros espectadores al vicepresidente por el PAN, Mauricio Vila, y la vicepresidenta por el PRI, Karla Toledo, a quienes “ni los ve, ni los oye”. Nos recuerdan que cuando se ausenta don Gerardo, a quien deja a cargo de debates sin trascendencia es la morenista Imelda Castro. La pluralidad no parece ser el fuerte de la aplanadora. Tantos años de hablar de ella, para olvidarla, apenas llegando al poder.