La presidenta Claudia Sheinbaum debe tomar como una amenaza del gobierno de Estados Unidos las palabras del embajador Ken Salazar, quien calificó de fracasado a Andrés Manuel López Obrador por negar la inseguridad en el país. Y arremetió, como para no dejar lugar a dudas: AMLO no quiso recibir apoyo de EE. UU. y cerró la puerta a inversiones para seguridad.
“Las cifras que le dan al pueblo no están basadas en la realidad”, manifestó el embajador.
Las palabras de Sheinbaum de que “no pasa nada” en las futuras relaciones con el Tío Sam deberían cambiar a “hay que prepararnos para un escenario de guerra, en todo sentido, con todos los sentidos”.
La advertencia no fue solo de Ken Salazar. Fue directa de mister Trump y de su futuro gobierno de halcones.
Si las cosas no cambian en México, podría multiplicarse la decisión de algunos empresarios sonorenses que ya se capacitan para trasladar sus negocios a Estados Unidos. En primera instancia, suponemos, al vecino estado de Arizona.
Y quién los culpa; en México ya no se percibe seguridad de ningún tipo.
La economía nacional está en desaceleración.
Si Trump cumple alguna de sus amenazas contra México, caeríamos en una fuerte recesión.
Todas las promesas de Sheinbaum para mejorar los apoyos sociales deben financiarse de algún lado, y ese lado es la vapuleada clase media mexicana.
La misma que votó por el 40% de su legislativo y Morena le quitó esa representación, agandallándose el 74% de la Cámara de Diputados.
Ahora se vendrá una recaudación fiscal más agresiva; estirarán el chicle hasta donde la gente lo permita.
Mientras tanto, los pequeños empresarios, esos a los que Morena no les dice pueblo, ya están viendo en Estados Unidos oportunidades de negocio.
El nearshoring al revés. Las inversiones irán de México a Estados Unidos.