La tarde caía en Butler, Pennsylvania, a mediados de octubre. Donald Trump le pidió a Elon Musk, la persona más rica del mundo, que subiera al estrado. Musk subió brincando, con una playera corta que dejaba ver un poco su panza. Vestía saco negro, una gorra con letras góticas y el eslogan: Haz a los Estados Unidos grande nuevamente.
En los últimos meses, Musk donó más de 119 millones de dólares a la campaña. Esta semana, cuando Trump ganó la Presidencia, Musk cenó a su lado, en el club de Trump en Florida. En su discurso de victoria, el expresidente llamó a Musk “un supergenio que hay que proteger”.
La protección ha llegado pronto. En Wall Street, tras la victoria de Trump este martes, los bonos del tesoro estadounidense, el bitcoin y las acciones de muchas compañías subieron “a máximos históricos”. Los inversionistas estaban animados por las promesas de Trump de bajar impuestos y desregular industrias. Las empresas de Trump tuvieron grandes ganancias, aunque inferiores a las de Musk. Ayer, las acciones de Tesla, la compañía insignia de Musk, habían aumentado su valor de mercado al más alto en casi dos años. En menos de una semana desde la elección, la fortuna de Musk aumentó en más de 15 mil millones de dólares.
Hasta ahora, las especulaciones en la prensa sobre Musk han ido desde que podría ser parte de la administración, o un asesor, hasta que podría beneficiarse con mejoras regulatorias, menos impuestos, contratos de gobierno y leyes laborales favorables a sus compañías. Trump, en una entrevista, dijo que Musk podría ayudarlo en una comisión de “reducción de costos” de la administración pública.
Los analistas estadounidenses han adelantado que Musk obtendría de Trump también aprobaciones para su compañía SpaceX, considerada un “monopolio de facto”. Este viernes, la prensa reportó que Musk estuvo presente en una llamada telefónica de Trump con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky. Antes, Musk ha parecido favorable a Rusia en ese conflicto y no ha ocultado su cercanía con el gobierno chino, país donde ocurre buena parte de la producción de sus empresas.
Las empresas de Musk están ahora mismo al menos en 10 batallas regulatorias y otros conflictos legales. Entre las más graves, distintos medios han reportado que el Departamento de Justicia investiga a Tesla por riesgos en sus funciones de piloto automático, y a sus otras empresas por discriminación en contrataciones laborales, racismo, abusos a trabajadores, despidos ilegales, incluso fraude en la compra de Twitter.
En Brasil, el Tribunal Supremo obligó recientemente a Musk a pagar cinco millones de dólares de multa, como reprimenda por permitir el flujo de desinformación en esa red social.
En las últimas horas, muchos análisis sobre la victoria de Trump se centraron en el creciente voto que obtuvo entre la población latina en Estados Unidos, o entre las votantes mujeres. Sin embargo, menos se ha dicho sobre los claros conflictos de interés alrededor del nuevo Presidente electo, que jugaron un papel predominante en su primer gobierno y ahora tienen una nueva cara, con un empresario que no solamente tendrá estos beneficios económicos, sino que gana una posición de poder que lo beneficia como actor geopolítico y como un jugador predominante en la carrera espacial, varios conflictos internacionales y toda una nueva generación de tecnología que afecta a la gente común, en todo el mundo.