Me parece una buena noticia que la presidenta Claudia Sheinbaum se haya reunido, entre otros, con Joe Biden y con Justin Trudeau, presidente de Estados Unidos y premier de Canadá, respectivamente, durante su participación en la reunión del G20. Biden deja el gobierno en enero, pero todavía, como se vio con la autorización de misiles de largo alcance para Ucrania, tiene espacios de poder que puede ejercer. Trudeau tampoco está en un buen momento político, pero cuando los gobernadores de Alberta y Ontario están pidiendo sacar a México del T-MEC, siempre será bueno tener acuerdos con el líder canadiense.
Son buenas noticias que la Presidenta se haya reunido con el chino Xi Jing Ping o con el francés Emmanuel Macron, o con el mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, pero al mismo tiempo, esas reuniones bilaterales (las reuniones como las del G20 son para ver y ser visto, para conocer y ser conocidos, para establecer relaciones personales entre los mandatarios) pierden fuerza cuando en el pleno México, en un mundo convulsionado y a punto de cambiar radicalmente con la llegada de Trump al poder, presenta como propuesta que se universalice el programa Sembrando Vida.
No tiene sentido, más aún cuando las cifras que dio a conocer la Presidenta son producto de los otros datos del sexenio pasado y no parecen corresponderse a los resultados reales de ese programa. Los mandatarios presentes seguramente esperaban más de la única mujer que participaba en el pleno.
No es para menos cuando, en el ámbito internacional, la opinión generalizada es que México (probablemente junto con Ucrania) será de las naciones que mayores desafíos deberá enfrentar ante la llegada de Trump al poder. En nuestro caso, por la migración y el tráfico de fentanilo, pero también por los aranceles, la renegociación del T-MEC y el futuro de la integración en América del Norte.
Trump sigue mostrando que habla en serio cuando dice que pondrá restricciones arancelarias, que ejecutará una deportación masiva de migrantes o una política intervencionista en términos militares en la lucha contra el tráfico de fentanilo.
Ayer mismo designó a Howard Lutnick como secretario de Comercio, para coordinar la política proteccionista que Trump ha prometido llevar a cabo. Lutnick es un muy conocido empresario financiero, presidente de la firma de banca de inversión Cantor Fitzgerald. Trump le ha encargado establecer la política de aranceles que Lutnick defiende desde hace años: su propuesta es bajar impuestos a las grandes empresas y compensar esa disminución fiscal con los ingresos arancelarios, algo que la mayoría de los economistas consideran que puede generar el efecto inverso al deseado, al disparar el precio de los productos del consumidor.
Lo cierto es que Lutnick tiene toda la confianza de Trump. Su empresa, Cantor Fitzgerald, tenía sus oficinas en las Torres Gemelas cuando el ataque del 11 de septiembre de 2001: allí murieron más de 600 de sus empleados (de un total de 960) incluyendo el hermano del propio Lutnick. Ha expresado con toda claridad que el enemigo de Estados Unidos es China y que las restricciones comerciales con ese país y con sus socios comerciales deben ser estrictas. Con Lutnick y con Robert Lighthizer, quien será nuevamente el representante comercial de los Estados Unidos con Trump (uno más duro que el otro) tendrá que confrontarse la administración Sheinbaum en el ámbito comercial.
Otro presentador de Fox News, Sean Duffy, será secretario de Transporte. Es un personaje sin experiencia que tendrá a su cargo no sólo las tareas de infraestructura, sino también los acuerdos de comunicaciones con México. Está casado con Rachel Campos-Duffy, otra presentadora de Fox, con la que tiene nueve hijos.
También trabaja en esa cadena de televisión, el nuevo secretario de la Defensa, Pete Hegseth, un hombre que prestó servicio en Irak y Afganistán, pero que jamás tuvo mando militar alguno. Matt Gaetz está propuesto para fiscal general y es una de las designaciones más controvertidas, incluso puesta en duda en un senado controlado por los republicanos, que lo debe ratificar en su cargo. Gaetz está siendo investigado por conducta sexual inapropiada, acusado de tener relaciones con una menor de edad, de consumo de drogas y uso indebido de fondos de campaña. En el Senado es famoso entre sus pares por exhibir fotos de mujeres desnudas que dice que son sus amantes. Por supuesto, está en contra del aborto, niega el cambio climático y defiende la deportación de los migrantes. No tiene experiencia alguna, salvo como acusado, en el sistema de justicia de EU.
Y Chris Wright, un notable empresario petrolero, y uno de los mayores impulsores y desarrolladores del fracking en Estados Unidos (Trump dijo que gracias a él la Unión Americana tiene suficiencia energética), será el nuevo secretario de Energía. Wright, un empresario muy cercano a Elon Musk y otro de las grandes donantes para la campaña de Trump, niega el cambio climático, y será quien vea ante México las políticas energéticas comunes. México ha prohibido el fracking, por razones más ideológicas que económicas.
Ante todo eso, Sembrando Vida no tiene trascendencia alguna. Por cierto, la presidenta Sheinbaum no pudo quedarse al cierre de la cumbre del G20 y no salió en la foto final, porque tenía que abordar un vuelo comercial que la trajera de regreso a México, para estar hoy en el desfile del aniversario de la Revolución. Fue la única mandataria que llegó al G20 en un vuelo comercial.