Foco rojo. El T-MEC en la cuerda floja. Otra herencia maldita, pues lo que a todos conviene sería seguir. Eso, más allá de lo que digan los canadienses, estadounidenses o los actos realizados por no pocos legisladores de este lado de la frontera. A nosotros, los mexicanos, en mayor medida.
Para tener una idea de la magnitud del T-MEC, aquí unos datos:
- México es el principal socio comercial de Estados Unidos y el segundo de Canadá; 14.6 millones de empleos en nuestro país están vinculados a sectores directamente asociados a esa integración comercial.
- El 44% de la Inversión Extranjera Directa que recibe México proviene de Estados Unidos; el 8% de Canadá. El 84% de nuestras exportaciones no petroleras tienen como destino Estados Unidos (1er semestre de 2024, INEGI).
- Nuestro intercambio comercial con esos países (exportaciones e importaciones) cerraron en 776,754 millones de dólares en 2023; tan solo con EU fue de 745,623 millones de dólares en ese año (BANXICO). De hecho, a Estados Unidos exportamos más de lo que importamos, lo que significa que esta relación comercial beneficia más a nuestro país. Por lo mismo, si esta se se acaba, nosotros seríamos los más perjudicados.
- Y más allá del T-MEC, pero sí constancia de la fuerte interdependencia entre Estados Unidos y México, el 96% de las remesas que reciben los hogares en nuestro país provienen de los paisanos que viven allende del Río Bravo (otra —de muchas— razón para temerle a Trump).
Pero a pesar de que con el tratado en cuestión ganamos todos, las controversias de su posible terminación no han hecho más que empezar. Y en este caso no se puede culpar a que el anaranjado personaje ganara la presidencia estadounidense. No. Hay cuestiones (reformas, errores y hasta abusos) por parte del gobierno de nuestro país que llevan tiempo prendiendo las alertas de nuestros socios. No comenzaron con la llegada de Claudia Sheinbaum, mas sí se están agudizando desde entonces e impulsa a nuestros vecinos a dejarnos fuera.
Esto merece la mayor de la atenciones. Si hay una cosa peor que ser ‘la presidenta del dólar a 20′ (Carlos Loret de Mola dixit), es ser ‘la presidenta del T-MECxit’.
La pregunta es: ¿por qué nos quieren fuera si somos su principal y segundo socio comercial?, ¿por qué si gracias al TLCAN —ahora T-MEC— somos una fuerza comercial única a nivel mundial? La gota que ha derramado el vaso es la abrupta desaparición del Estado de derecho que tenemos en puerta. Una reforma al Poder Judicial que ya en los hechos comienza a hacer añicos a la defensa de una persona física o moral ante un acto de autoridad.
Es también lo que han padecido las empresas norteamericanas a fechas recientes en México; contra el injusto proceso judicial y la competencia desleal nuestros socios no desean navegar.
De igual forma tampoco contra la inseguridad que azota a las industrias (en realidad a todo México) y que eleva costos y altera tiempos de entrega, lo que a su vez los hace merecedores de multas.
Cuestiones que comienzan a escapar a ser tratados en ‘paneles de controversia’ (en materia de biotecnología agrícola, de producción automotriz, de generación de energía, de esquemas de telecomunicaciones).
Encima de ello, ¡la inminente desaparición del IFETEL y la COFECE!
Y la mayor de las controversias. Esa que aún no se encuentra sobre la mesa de negociaciones: la entrada a México —y la producción en nuestro país– de mercancía china que termina siendo exportada a Estados Unidos y Canadá. Justin Trudeau, primer ministro canadiense, se enfocó en este punto al conversar con la presidenta Sheinbaum en la reunión del G-20. Más claro ni el agua.
“Sería imposible “, dicen no pocos oficialistas. Ni tanto. Ahí tienen a el Reino Unido que salió de la Unión Europea con el BREXIT.
Probable, de hecho, ante las evaluaciones que hacen autoridades canadienses y estadounidenses, frente a los reclamos que le han manifestado los trabajadores del rust belt al próximo mandatario Donald Trump, en razón de que el gobierno de México insiste en violar lo establecido en el T-MEC (recientemente fue ratificado por López Obrador).
La culpa de la salida (expulsión) de México del T-MEC se le imputaría a Sheinbaum, independientemente de que haya sido resultado del proyecto obradorista que se sigue implementando para nuestra nación. Ese es el tema que se le escapó atender en sus reuniones bilaterales ahora que estuvo en Río de Janeiro participando en la Cumbre del G20. No insistir en plantearles el programa “Sembrando Vida” a quienes ya lo han rechazado antes. No reiterar la solicitud de información sobre el secuestro de Ismael El Mayo Zambada a un gobernante que ya va de salida.
La permanencia de México en el T-MEC es hoy por hoy EL TEMA más importante para la economía de nuestro país. Mucho del futuro de México está en juego ahí. ¿Lo entenderá Marcelo Ebrard, Juan Ramón De la Fuente, Luz Elena González, Ricardo Monreal, Adán Augusto López y la misma presidenta?