Se enredaron los senadores en un debate alrededor de una mampara que simbólicamente colocó el PAN en el salón de sesiones para garantizar la secrecía del voto en la elección —o reelección— de la presidenta de la CNDH.
El parcial manejo de la Mesa Directiva por parte de su presidente, Gerardo Fernández Noroña, provocó la rebatinga. A gritos exigía que se sacara la mampara del salón. Dio instrucciones a resguardo y seguridad de retirarla, pero siguió allí. Tan irritado estaba que la llamó “armatoste” después de que legisladoras de Morena la rompieran y dejaran sólo los tubos.
“La salida de la mampara fue un acuerdo de los coordinadores en la reunión que acabamos de tener”, alegaba.
A partir de allí fueron más de dos horas de gritos, descalificaciones y recesos provocados por la famosa mampara que, según los opositores, “garantiza la secrecía del voto”.
La terna que se votaría estaba integrada por Rosario Piedra, actual presidenta de la citada Comisión; Nashieli Ramírez, titular de Derechos Humanos en la CDMX, y Paulina Hernández, maestra en derecho constitucional.
* Va la crónica de lo que, al cierre de esta columna, se perfilaba como una reelección anunciada:
Javier Corral no pudo esconder su frustración al salir del salón Octavio Paz, donde se habían reunido senadores de Morena para resolver sus diferencias sobre la elección de la próxima presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
El senador expanista, hoy con la camiseta de Morena, fue el primero en aparecer, las mandíbulas apretadas, al término del citado cónclave, donde Adán Augusto López Hernández, líder de la mayoría en el Senado, habría transmitido línea a su grupo parlamentario para reelegir a Rosario Piedra. El run-run de que la línea había llegado “de Palenque” lo comentaban, muy en corto, senadores de Morena. Los de oposición lo decían abiertamente.
Ya para esos momentos por todo el Senado corría la versión de que Rosario Piedra se quedaría en la CNDH cinco años más. Desde muy temprano, Fernández Noroña había dado color. “Estamos valorando muy seriamente la reelección”, dijo. Y echó de cabeza a Corral: “El único que ha planteado una oposición abierta, y es su derecho y es muy probable que vote en contra, es Javier Corral.”
Sabemos, sin embargo, que Malú Micher e Higinio Martínez también plantearon serias reservas sobre la permanencia de Piedra, quien se reunió con la bancada de Morena.
* Pasadas las seis de la tarde, cuando los morenos habían logrado un forzado consenso interno, inició el debate sobre la elección de la presidenta de la CNDH en medio de sospechas de la oposición.
El panista Ricardo Anaya y el emecista Clemente Castañeda exigieron a la Mesa Directiva que las boletas no estuvieran marcadas o foliadas antes de que, uno por uno, los senadores pasaran a depositar su voto en la urna.
Y es que corrió la versión, no comprobada, de que Adán Augusto pretendía entregar las boletas ya votadas de los senadores de Morena, PT y PVEM.
El coordinador de Morena pidió la palabra para revirar, con ácida ironía, a Ricardo Anaya, al que llamó “pequeño Calderoncito. Ellos —los panistas— sí se robaron una elección presidencial. Piensa el león que todos somos de su condición”. Ya encarrerado, hasta cantó anticipadamente el resultado. “Se las vamos a ganar con 87 votos”, adelantó.
Las fuentes consultadas nos aseguran que Javier Corral se había aplicado en el cabildeo en contra de la reelección de la señora Piedra. La cosa iba bien hasta que se atravesó la “línea” que senadores de Morena, que solicitaron el anonimato, se vieron obligados a acatar. El jefe es el jefe.
Por boca del coordinador de MC, Clemente Castañeda, nos enteramos también de que la extitular de Derechos Humanos en la CDMX representaba la opción más viable para sacar a la ombudsperson por consenso de todas las fracciones parlamentarias.
La señora Piedra es rechazada también por las organizaciones de derechos humanos. Quieren a alguien más independiente del gobierno. A pesar de haber sufrido renuncias masivas del Consejo Consultivo del organismo y acusaciones de corrupción por trabajadores, Piedra quedó en la terna final. Mal augurio. Rosario Piedra fue una de las peor evaluadas por la Comisión de Justicia del Senado. Quedó en último de 12 aspirantes, con sólo un voto.
“Claro que hay gente que aquí va a votar presionada y coaccionada. Ya se ve quién sigue meciendo la cuna, quién es el titiritero”, remató el panista Marko Cortés.