¡Qué decepción! La estrategia para la Seguridad Pública que presentó Omar García Harfuch fue eso, tremendamente decepcionante; preocupante también. Increíble que lo que se haya destacado es que se dará continuidad a una política que permitió 200 mil asesinatos y más de 150 mil desaparecidos a lo largo de un sexenio. Y si bien el flamante secretario no dijo que se repartirían abrazos, sí fue puntual al señalar que se seguiría la estrategia “del gobierno del presidente López Obrador”. Conociendo los resultados de la misma, ello es un contrasentido. Vaya, no cabe ni siquiera el concederle el beneficio de la duda.
Los cuatro ejes de la estrategia establecidos ayer olvidan algunos puntos fundamentales:
a) ¿Con qué policía contará la Secretaría de Seguridad para gestionar dicha estrategia si la Guardia Nacional depende de la Secretaría de la Defensa Nacional? ¿O tenemos que asumir que los militares seguirán las órdenes del titular de otra dependencia? Y si habrá ‘coordinación’ (concepto rimbombante que tanto le fascina al obradorismo, ahora claudismo, pero que no dice nada), ¿no tendría que haber explicado qué hará específicamente tanto el Ejército como la GN? ¿O es acaso que García Harfuch aplica lógicas tipo las de Rosa Icela Rodríguez: eso no me compete, “yo soy solo la secretaria de Gobernación…”?
b) No se presentó ni una sola iniciativa por cuanto a mejora de la actuación y gestión de las fiscalías y de los ministerios públicos LOCALES.
c) En el mismo sentido, no se planteó ni una sola acción en materia de fortalecimiento de cuerpos policiales.
d) Se requiere conocer cuál será el presupuesto para la SSPyPC, en particular lo que se destinará a las policías estatales y municipales (así como los vericuetos de la administración de este).
e) El lavado de dinero es una de las formas más utilizadas de financiamiento por parte del crimen organizado. En la estrategia presentada ayer no se dio ningún indicio de perseguir o acotar dicho delito.
f) Las ganancias del CO por delitos diferentes a la droga superan los 20 mil millones de dólares al año, ¿alguna propuesta para perseguir fiscal, financiera, económicamente estos ilícitos asociados?
Los mexicanos que se resistían a estar preocupados debieran estarlo ahora. Mucho. Las expectativas que se tienen con lo dicho —¡y lo omitido!— no pintan nada bien.
Eso sí, ayer todo el gobierno (y no pocos analistas que se arrimaron al oficialismo) hizo nado sincronizado. Se insistió continuamente que no se retomaría la “guerra contra el narco de Calderón”. ¿De verdad? ¡Ya supérenlo! Han pasado 18 años de eso. ¿Acaso lo que hizo mal el gobierno peñista y obradorista no cuenta?
Pero la desazón es todavía más grande ante el trato que le da el gobierno morenista al cobarde asesinato del alcalde de Chilpancingo; la actitud de las autoridades es DELEZNABLE. ¡Qué cinismo! Decir que nunca pidió protección, cuando fue un grito desesperado trasmitido incluso en noticieros con tanta penetración como es el de Ciro Gómez Leyva. ¡El joven alcalde asesinado pidió protección a la gobernadora Evelyn Salgado y al gobierno federal!
Se vuelve intolerable evadir responsabilidades señalando que el decapitado no presentó un oficio solicitando protección. Máxime cuando antes de su asesinato, habían ultimado a su secretario general de gobierno y a su próximo secretario de seguridad municipal. ¡Todos en un periodo menor a siete días! Pero más intolerable aún es que esa sea la argumentación esgrimida por el titular de Seguridad Pública ¡el día en que presenta la estrategia nacional para combatir la criminalidad!
En el colmo del cinismo, fuentes del gobierno federal sostienen que Alejandro Arcos se reunió con integrantes del grupo criminal “los Ardillos”, quienes se dedican al narcotráfico y extorsiones (algo así como la ex alcaldesa morenista sí hizo; hay fotografías y videos que lo constatan).
Para ‘el segundo piso de la transformación’, Alejandro Arcos cometió el error de querer hacer las cosas bien y pagó con su vida el intentarlo. En el proceso revictimizan a la víctima.
Los mismos que callaron ante las reuniones que tuvo el trienio pasado Norma Otilia Hernández, hoy hablan mal de un muerto que ya no puede defenderse. A ella, es cierto, la expulsaron de Morena, pero extenderle una invitación a que fuese a declarar a la fiscalía estatal o a la FGR sobre su reunión, ni siquiera se les ocurrió. Mejor los vecinos de Chilpancingo la corrieron a gritos del sepelio del munícipe brutalmente asesinado. ¡Bravo! Por si fuera poco, tratan de minimizar la decapitación y exhibición del crimen diciendo que la capital guerrerense no figura entre los municipios con mayor número de homicidios. ¿Esa es su estrategia?, ¿decir que hay sitios en el país todavía más inseguros? El drama por el que atravesamos es sistémico y que nos duele a todos. Momento que así se plantee la estrategia y no solo “salvando” a Morena… De nada, absolutamente de nada, sirve apuntar hacia el sexenio al que supuestamente le dio origen. Por cierto, si saben que la brutal ola de violencia en Guerrero tuvo cono origen a Félix Salgado Macedonio (ex alcalde de Acapulco), antes que iniciara el gobierno federal calderonista, ¿verdad?
Giros de la Perinola (esta vez salieron puros miserables)
(1) Claudia Sheinbaum dijo que no existe denuncia ni procedimiento contra Francisco Garduño, quien aún funge como director del Instituto Nacional de Migración. Su equipo de trabajo la odia. Debiera saber que existe un proceso que le atañe por la muerte de 40 migrantes y quemaduras a otros 27 en Ciudad Juárez en instalaciones del INM. Pero, proceso o no, el señor debería renunciar, permitir las indagatorias, en lugar de mantenerse en el cargo como si nada.
(2) Ya déjense de cuentos de una buena vez. La tendencia de asesinatos NO disminuyó con López Obrador; más de 199 mil muertos en un sexenio que duró dos meses menos que seis años. La tasa de asesinatos pasó de 2,168 muertos por mes (en promedio) en el sexenio de EPN a 2,852. Y con Calderón fueron aún menos: 1,674 muertos por mes.
(3) No se requiere que Omar García Harfuch pueda caminar por las calles de Culiacán junto al secretario de la Defensa, el general Ricardo Trevilla con el fuerte blindaje del ejército de por medio. Se requiere que paren la violencia en Culiacán y, entonces sí, que todos los ciudadanos puedan retomar el libre andar por su ciudad.
(4) El secretario de seguridad en la conferencia matutina de Claudia Sheinbaum presentó la tasa de homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes en los estados. Los cinco estados con la mayor tasa de homicidios son morenistas; los cinco con la menor, son de oposición. Valga decir que pidieron no mostrar esa gráfica y cambiarla por una de los estados con mayor número de homicidios de enero a septiembre de este año. La manipulación de cifras por parte del oficialismo continúa… ¡Ya párenle!
(5) Monero Rapé y Álvaro Delgado, corifeos y porristas del claudismo, equiparan el asesinato de una persona con el quehacer de una ministra. No pudieron dar ni siquiera el pésame por el asesinato del munícipe, pero vaya que utilizan la tragedia para señalar a Norma Piña.
(6) Evelyn Salgado. Su “humanismo” es tal que ni ella ni nadie del gobierno federal tuvieron la vergüenza ni el valor de presentarse al velorio. Con ella no hay decepción, solo confirma lo que ya se sabe: su padre, el senador acusado de violar mujeres, mientras que ella no puede ni quiere ser la gobernadora que Guerrero necesita.