Horas antes de que se anunciara la sentencia de 38 años de cárcel contra el exsecretario de Seguridad Pública Genaro García Luna, por sus vínculos con el narcotráfico, el senador y líder nacional del PAN, Marko Cortés, exigió explicaciones al expresidente Felipe Calderón; luego, el exlíder nacional blanquiazul Ricardo Anaya, anticalderonista y protagonista de la ruptura del exmandatario con su partido, dijo en tribuna sobre el tema: “El que la hace la paga”. Nos cuentan que mientras algunos legisladores cuestionaron en corto por qué Cortés pide explicaciones si él no las ha dado sobre su responsabilidad en la traición de los Yunes, ningún panista se animó a defender en público al sentenciado en Nueva York y tampoco hubo quien metiera el hombro por don Felipe.
Nos cuentan que el Instituto Nacional Electoral está atrapado en un dilema mientras persiste la incertidumbre sobre la elección de jueces y magistrados, ya que para no dar un paso en falso ante las suspensiones judiciales en su contra, no han definido si continuarán formalmente sus actividades o esperan a que se defina su situación, aunque el Senado ya emitió la convocatoria para arrancar con la selección de candidaturas. El problema no sólo es jurídico sino de organización porque ni los legisladores que aprobaron la reforma saben bien a bien cómo resolver el galimatías logístico que implica. Lo cierto es que el INE va contra reloj, pero aunque quiera avanzar, no sabe cuál es el camino a seguir.
Nos comentan que a quien no le fue bien nada bien ayer por la mañana fue a César Cravioto, secretario de Gobierno de la Ciudad de México, quien fue llamado a Palacio Nacional para reunirse con Carlos Augusto Morales, secretario particular de la presidenta Claudia Sheinbaum. ¿El motivo? Que no desplegó a policías de la ciudad para impedir el intento de portazo de trabajadores del Poder Judicial a Palacio Nacional el martes al mediodía cuando adentro se llevaba el encuentro de la mandataria con 240 dirigentes de empresas de México y Estados Unidos. Eso sí, desde tempranito, ayer mismo, ya había un cerco de policías en los alrededores del recinto histórico. O sea que, ahogado el niño, taparon el pozo.
Aunque se le advirtió que la relación con el gobierno mexicano ahora será a través de la Cancillería, nos cuentan que una bocanada de aire le llegó al embajador de Estados Unidos en nuestro país, Ken Salazar. Tras “la pausa” que le impuso el expresidente Andrés Manuel López Obrador por las críticas a la reforma judicial, don Ken participó activamente en el diálogo de la presidenta Sheinbaum con empresarios de ambos países y nos comentan que hoy abordará en una conferencia el “estatus de la relación bilateral México-Estados Unidos”. ¿Será que en la embajada que ocupa el hombre del sombrero ya soplan nuevos aires o se reavivará el conflicto? Como sea, nos hacen ver, el oxígeno que le tendría que llegar es el de su gobierno y todo indica que ni Kamala Harris ni Donald Trump tendrían intenciones de sostenerlo de ganar la elección presidencial en el país vecino.