Se fue López Obrador de la presidencia, pero nos dejó la víbora chillando. Las tormentas y tensiones que sembró el expresidente, en su agitado fin de sexenio, siguen provocando la división y confrontación entre los poderes de la República y amenazan, incluso, con escalar hacia una crisis constitucional, apenas en la primer semana de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum.
Porque la decisión que tomó el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en ejercicio de sus facultades constitucionales, recibió una respuesta histérica de la 4T y del gobierno de la República, en donde reaccionaron con ataques, adjetivos y descalificaciones hacia la determinación que tomó la mayoría de 8 ministros de entrar a revisar el fondo de la constitucionalidad de la controvertida Reforma al Poder Judicial, aprobada por la mayoría de Morena en el Congreso de la Unión y los Congresos estatales.
A los argumentos y razonamientos jurídicos de los ministros Norma Piña, Margarita Ríos Farjat, Alberto Pérez Dayán, Juan Luis González Alcántara, Javier Laynes Potisek, Luis María Aguilar, Jorge Mario Pardo Rebolledo y Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, que se resumen en la facultad que tiene la Corte de analizar la Reforma Judicial para determinar si son constitucionales las nuevas disposiciones que interfieran con la autonomía y la independencia del Poder Judicial garantizadas en el artículo 17 de la Carta Magna, para lo cual ya hay precedentes y amparos, como el que suscribieron militantes y juristas de Morena como Ernestina Godoy, Adán Augusto López y Ricardo Monreal en el año 2014, les respondieron desde el oficialismo con ataques y acusaciones de “golpistas” contra los integrantes de la Corte.
Empezando por el presidenta Claudia Sheinbaum, que habló de un “golpe aguado” y sostuvo que no tienen sustento los argumentos y la decisión mayoritaria de la Corte, hasta los ataques del líder de los diputados de Morena, Ricardo Monreal, que dijo que “es una barbaridad constitucional” la que pretenden hacer los ministros porque, según él, no se puede revisar la constitucionalidad de una “reforma consumada”; para llegar al punto más bajo del debate con los dichos del presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, que les preguntó a los ministros “¿dónde estudiaron derecho?” porque, según él, la Constitución no dice que la Corte tenga facultades para revisar la constitucionalidad de una reforma constitucional.
Por supuesto no faltaron dentro del mismo pleno de la Corte los duros señalamientos contra la decisión de revisar la Reforma obradorista, en voz de las tres ministras que votaron en contra. Yasmín Esquivel Mossa lanzó una pregunta acusatoria a sus compañeros ministros: “Me preocupa que estamos desconociendo el Poder Reformado de la Constitución; me preocupa darle trámite en un expediente si es constitucional o no una reforma. ¿Es preámbulo esto de un golpe de estado constitucional de derecho, la Corte quiere crear una crisis?, se preguntó la ministra Esquivel. Lenia Batres dijo, por su parte, que “Si la Suprema Corte se arrogare facultades que no tiene, violaría el principio de Supremacía Constitucional, la división de Poderes y el Estado Constitucional de Derecho; la Suprema Corte estaría dando un auténtico, y lo digo con todas sus letras, Golpe de Estado”.
La reacción de la Presidenta, de Morena y de la 4T parece no sólo desproporcionada sino también autoritaria. Porque si sus juristas, la presidenta Sheinbaum y las ministras afines tienen tan claro que la Corte no tiene facultades para revertir su cuestionada Reforma Judicial, ¿para qué entonces tantos adjetivos, descalificaciones y hasta acusaciones de golpismo cuando lo único que aprobaron los ministros es una “revisión y un análisis” sobre la constitucionalidad, que podría incluso ser resuelto a favor de su reforma, si como sostienen desde el oficialismo no les asiste la razón a los ministros.
Francamente tanta histeria y agresividad en las respuestas desde el Ejecutivo y el Legislativo a los ministros denotan cierta inseguridad y nerviosismo de que la Corte, que aún tiene plena vigencia constitucional, facultades plenas como tribunal que revisa y determina si una ley está o no apegada a la Constitución, pueda realizar un simple análisis. Porque claramente desde el oficialismo quisieran que los ministros y en general los jueces y magistrados a los que, literalmente, derrocaron con una Reforma para la que se aliaron los otros dos poderes para acabar con la autonomía del Poder Judicial, ya no hicieran nada y se resignaran a aceptar la imposición mayoritaria de Morena que no podrá ser implementada hasta septiembre de 2025, después de que se realicen las polémicas elecciones de los juzgadores federales; pero para berrinche de los oficialistas, para eso faltan todavía 11 meses durante los cuales la Suprema Corte y el Poder Judicial actual siguen plenamente vigentes y tienen responsabilidades y facultades constitucionales qué cumplir.
Lo dijo más que claramente el ministro González Alcantara: “Recordemos, en lo general, que el planteamiento de analizar la constitucionalidad de una reforma constitucional, ha sido defendido, y defendido bien y promovido incluso por el partido que hoy goza del oficialismo (Morena). Nadie en ese momento los acusó de ‘golpistas’. Lo que me gustaría recordar es que en el amparo indirecto 70 del 2014, suscrito por grandes juristas de nuestros país, a quienes respeto mucho, como lo es Ernestina Godoy, Adán Augusto López y Ricardo Monreal. En ese momento lo que pedían era revisar el proceso de reforma de la Constitución hace 10 años, nadie en ese momento, reitero, los acusó de golpistas”.
¿Y entonces, si ellos mismos, los morenistas que ahora tienen y ejercen el poder, en su momento pedían e interponían recursos jurídicos para que se revisara la constitucionalidad de una reforma constitucional, por qué ahora que decide analizarlo la Corte, por mayoría clara de sus ministros, se desgarran las vestiduras y profieren ofensas y acusaciones tan graves como la de hablar de “golpismo” desde el Poder Judicial, justo el Poder al que, aduciendo su aplastante y cuestionada mayoría, y un supuesto “mandato del pueblo” que extrapolaron del voto electoral, golpearon casi vandálicamente el expresidente y sus serviles mayorías legislativas?
Veremos en qué termina todo este debate que para algunos amenaza con convertirse en crisis constitucional. Lo cierto es que el ave de tempestades que supuestamente ya se fue, sigue agitando y atizando las divisiones, la confrontación y la discordia en la convulsa República.
NOTAS INDISCRETAS…
La desafortunada declaración del conocido y popular comediante Rafael Inclán, hablando de que tendríamos en México “un ama de casa por seis años”, provocó una respuesta directa de la presidenta Claudia Sheinbaum que calificó como “lamentable que se utilice la palabra ‘ama de casa’ como algo peyorativo. No, yo soy presidenta, abuela, mamá y ama de casa, y con orgullo. Todas las amas de casa, es decir, las mujeres, esposas que se dedican al hogar, merecen absolutamente todo nuestro reconocimiento, realizan un trabajo que nadie reconoce”. Sin duda fue una torpe declaración del señor Inclán su comentario sobre la Presidenta y, peor aún, utilizar una actividad tan noble, poco reconocida y menos remunerada como es el cuidado del hogar, y eso le valió una muy fuerte campaña desde las cuentas de bots que siguen manejando la Presidencia y la 4T, que acusaron al actor de misógino y de promover la vieja cultura del machismo. La realidad es que las declaraciones de Inclán no eran recientes y las había hecho antes de las elecciones, sin referirse en concreto a la doctora Sheinbaum, sino al hecho de que por primera vez habría una mujer Presidente en el país. De cualquier modo el actor cruzó la peligrosa línea de lo políticamente correcto y aunque efectivamente la palabra “ama de casa” no es una ofensa, sino una actividad que desempeñan muchas mujeres en México, el tono que utilizó, al calor de una comedia política a la que había asistido en donde aparecían parodiadas las dos candidatas presidenciales, fue lo que le valió la lluvia de críticas y, como dicen ahora en los tribunales del santo oficio en que se han convertido las redes, le valieron al actor y comediante “ser cancelado”. La duda es si ameritaba una respuesta directa y personal de la Presidenta. ¿Usted qué dice?…Las imágenes del diputado de Morena, Pedro Haces, líder de la organización sindical CATEM, en la Plaza de Las Ventas en Madrid, de la que es hoy el principal concesionario, causó revuelo ayer en las redes sociales, en donde cuestionaron el papel del legislador morenista y sus negocios en España. La realidad es que desde el 2022 el propio Haces, que ciertamente es un hombre de negocios y promotor taurino, había anunciado su sociedad con el francés Simón Casas, el actual dueño de Las Ventas en la capital de España, para participar como accionista en la principal plaza de toros de todo el mundo; y no sólo eso, la sociedad de Haces con Casas abarca también otras plazas taurinas en Europa como las francesas Nimes y Beziers, además de la plaza de Albacete, en España, todo a través de la empresa Nautalia. Y eso que no han visto al mismo Haces en Las Vegas, donde también es un conocido promotor y empresario, a quien apodan “Don Bull”. Por algo el coordinador de Morena, Ricardo Monreal, en su momento definió a Pedro Haces como “mi brazo derecho, el que me ayuda y me resuelve casi todo”. A Haces no lo conocieron nunca austero en Morena, pero aún así lo aceptaron y hoy es un flamante diputado, con acceso directo a la burbuja legislativa y a las cúpulas de poder en la 4T…La ratificación del experiodista, Jenaro Villamil como director del SPR, que coordina a todos los medios públicos, es una muy mala noticia que ayer anunció la presidenta Sheinbaum. Porque bajo el mando del incongruente Villamil, las televisoras y radios públicas, muchas de ellas prestigiadas como el Canal 11 o el Canal 22, terminaron convertidas en medios propagandísticos del oficialismo y degradaron la calidad de la programación cultural y alternativa que llevó décadas construir en esos canales, además de “transformar” literalmente los noticieros y programas de opinión y hasta de sátira política en vulgares espacios para la propaganda morenista, oficialista y del culto a la personalidad del expresidente López Obrador. Es decir, que el fiero y temido crítico que fue hace muchos años Villamil, cuando era periodista y no funcionario fanatizado y con hueso, el que tanto cuestionaba el uso político de los medios públicos y reclamaba que no debían utilizarse como “medios de propaganda de los gobiernos, sino como Medios de Estado”, terminó siendo pura basura panfletaria, porque cuando él tuvo el cargo y se hizo responsable de los medios públicos, los degradó, los partidizó y los volvió exactamente lo mismo que él tanto le criticaba al PRI y al PAN. No cabe duda que la costumbre de premiar la ineptitud y la incongruencia, a cambio de lealtad fanática, no terminó con el sexenio obradorista y ahora la ratifica la presidenta Sheinbaum con el inmerecido nombramiento para Villamil…Los dados cierran con una Doble Serpiente. Estuvo fuerte la semana.