Los mercados financieros ya empezaron a agitarse frente a la actual situación que tiene a México al borde una crisis más, ahora constitucional, pero con todos los ingredientes para convertirse en una verdadera recesión. Ante ello se arquearon cejas cuando la presidenta Claudia Sheinbaum y su secretario de Economía, Marcelo Ebrard, anunciaron que empresarios planean invertir unos 20 mil millones de dólares el año entrante.

Bueno, es la versión del gobierno mexicano, anunciada al término de una reunión con empresarios de Estados Unidos y México.

Pero los empresarios nada aclararon sobre si esa cifra es de nuevas inversiones o reinversiones. Es más, poco o casi nada explicaron. Tampoco se sabe si hubo condiciones para aventurarse con esa millonaria inversión. Por ahí, Claudio X. González Laporte deslizó que “hay certeza para la inversión” en México. Pero el nonagenario empresario nacido en Cananea, Sonora, no habló de inversiones de su grupo empresarial.

Antes de ese encuentro el peso se cotizó, al menudeo, en más de 20 pesos por cada billete verde.

El punto es que la reforma judicial trae atontado a medio mundo, empezando por los legisladores.

Y hasta ahora, que se sepa, nadie ha declarado que asumirá la responsabilidad correspondiente en caso de que la reforma sea un fracaso hasta en su sistema de votación. Se estima que cada persona tardaría de tres a cuatro horas para sufragar por nuevos jueces, magistrados y ministros. Claro, sin contar con el tiempo perdido en las filas y a la hora de contar las boletas electorales. En un descuido los ganadores se darían a conocer después de meses de la votación.

Se supone que la presidenta Sheinbaum es la principal responsable.

Y luego vienen legisladoras y legisladoras que apoyan el cambio del sistema judicial.

Pero nadie asume responsabilidades.

El proceso pinta para que se convierta en un verdadero desmadre.

Esto sin contar con las millonarias cantidades que se deberán pagar por concepto de indemnizaciones.

¿O a poco creían que cada juzgador se irá a casita sin demandar al gobierno?

¿Tienen la lana para enfrentar ese gasto?

De los fideicomisos judiciales, ni hablar, están en litigio.

Y aparte está el costo de organizar una elección sin pies ni cabeza.

Mucho gasto en un país endeudado.

Por todo esto viene a la memoria la crisis imperial.

¿Cuál es?

La crisis Imperial se produjo durante el siglo III dc y entre sus causas se encuentran la debilidad de los diferentes emperadores, el desgobierno, la dificultad en la recaudación de impuestos y la presión de los pueblos bárbaros sobre las fronteras.

Y vaya que nuestros primos, no tan bárbaros, presionarán desde sus fronteras.

El imperio puede ser de corta duración.

O si la libran, será eterna.

Cuestión de enfoques.

 

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