Si Morena es el viejo PRI, pero ahora con esteroides, ¿por qué el gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, no se sometió a la revocación de mandato a la mitad de su sexenio, en septiembre pasado?
La revocación de mandato es una herramienta que empodera al ciudadano. Pero en Sonora, parece que el poder prefiere guardarla en el cajón. Durazo, que tanto habló de transparencia y cercanía con el pueblo, pasó de largo esta oportunidad.
¿Miedo al veredicto popular?
¿Abulia?
¿Por falta de oposición para exigir ese ordenamiento?
¿Por una sociedad apática?
Quién sabe.
Pero resulta curioso que nadie recordó la revocación de mandato
Y la oposición, esa que se autoproclama defensora de la democracia, brilló por su ausencia. Ni una campaña, ni una recolección de firmas, nada.
¿Complicidad o simple apatía?
Desgraciadamente, no tenemos a la mano estadísticas reales sobre el nivel de apoyo ciudadano que tiene Durazo.
Pero suponemos que, dadas las circunstancias de tiempo compartido que dedica Durazo a sus chambas como gobernador y presidente del Consejo Nacional de Morena, su partido, los decepcionados deben sumar más que los adeptos.
Así es, Durazo comparte sus agendas en Sonora y la capital del país.
Mientras, las obras de beneficio comunitario brillan por su ausencia.
Entre el parque solar de Puerto Peñasco (dedicado a un particular) y la modernización del puerto de Guaymas, que aún no se ve, ni la carretera a Chihuahua, así como los reclamos de los yaquis a lo prometido, transcurre un gobierno con las características del agua: Incoloro, inodoro e insípido.
Eso sí, Durazo firma cuanta declaración de apoyo de los gobernadores, necesite el régimen de la 4T. El más reciente, sobre la crisis constitucional.
Al final, los únicos perjudicados somos los ciudadanos, a quienes se nos niega el derecho de evaluar a nuestros gobernantes.
La ley establece que, cumplida la mitad del mandato, puede iniciarse el proceso de revocación. Se necesita el 3% del padrón electoral para solicitarla. No es fácil, pero tampoco imposible. Sin embargo, sin líderes que encaucen este esfuerzo, el mecanismo se vuelve letra muerta.
Durazo sigue en su silla, sin rendir cuentas más allá de lo obligatorio. La oposición sigue dormida, esperando tal vez tiempos electorales más convenientes. Y el pueblo de Sonora, una vez más, queda en segundo plano.
La democracia no se fortalece sola. Requiere participación, exigencia y, sobre todo, voluntad política. Cuando los gobernantes y los opositores ignoran las herramientas ciudadanas, nos dejan claro que sus intereses están por encima del bienestar común.
La revocación de mandato en Sonora era una oportunidad para medir el pulso social. Pero pasó septiembre y nada ocurrió.
Un silencio que grita desinterés y conformismo.
El poder reside en el pueblo, dicen. Pero si el pueblo no lo ejerce, otros lo harán por él.