En México se están concatenando hechos de violencia atroz. En no pocos de ellos resulta que las autoridades están implicadas. Desde un sacerdote asesinado porque clamaba por la paz en Chiapas, hasta el intento de asesinato de una diputada local de la Ciudad de México que, además de legisladora, es también lideresa de un grupo de comerciantes. En el acto mataron a su acompañante. Ya van contabilizados 1,600 asesinatos en lo que va de este sexenio (20 días). Sí, aún no se cumple un mes de inaugurado el nuevo gobierno…
El asunto a remarcar es el siguiente: la violencia exacerbada, una vez que entra en una espiral, no se puede detener. El problema no es San Cristóbal de las Casas o Culiacán o Acapulco o la Ciudad de México en particular. Existe violencia desbordada en una buena parte del territorio nacional y ya se dibuja una crisis de ingobernabilidad. Eso es muy mala noticia para todos; equivale a que a la presidenta Sheinbaum se le vaya el país de entre las manos.
Seguramente ella ya habrá visto los resultados del monitoreo diario llamado Claudiametrics que hace la casa encuestadora MetricsMx y que publica SDPnoticias. Consistentemente, y de manera creciente, combatir la inseguridad es el asunto al que más debería darle prioridad el gobierno federal según los encuestados. Sin embargo, “otro día” fue la respuesta que dio la presidenta en su mañanera ante la pregunta del asesinato del sacerdote chiapaneco… Pues bien, no debe quedar para otro día el señalar que varios asuntos muy delicados se están hilando uno tras otro. Desafortunadamente y basada en hechos, la tan temida expresión ‘crisis política’ está cobrando velocidad. Tres factores la conforman: la ya mencionada violencia, la ausencia de instituciones sólidas (seguridad pública, protección civil, asistencia privada) y altos índices de impunidad (escasa procuración de justicia, ministerios y fiscalías ineficientes si no es que vendidas al crimen).
En esta ecuación, por ahora la percepción de la sociedad Morena la tiene ganada. Pero después de un “tipping point” (punto de inflexión), esta se pierde y viene una avalancha negativa. La mala percepción no siempre o no necesariamente coincide con la realidad, es cierto. Pero si además resulta que tiene verificativo con lo que en realidad ocurre, el pronóstico es reservado.
Otra vez, no sé quien esta mal aconsejando a la presidenta. En su personal estilo de gobernar (Daniel Cosío Villegas dixit) sería importante que tomara las cosas por los cuernos y eso empieza por aceptar y atender los infiernos que se están generando bajo su mandato en nuestro país. Estos no van a desaparecer por no ser mencionados. Eso ya se probó sin éxito por su antecesor en la Presidencia.
En lo particular estoy convencida que la presidenta es consciente del problema que existe; entendiendo por “problema” una espiral de violencia que no cesa y una próxima crisis de gobernabilidad. Tal vez por ello se le ve realmente desmejorada. Puedo entender (no significa que sea lo correcto), que no quiera culpar al gobierno pasado del nivel de violencia que vive el país. Mas eso no quita que ella y su gabinete estén obligados a parar la sangría. No hacerlo les costará el puesto.
El asesinato del párroco Marcelo Pérez en Chiapas esboza ya una de las deficiencias y efectos que se le revierten al propio régimen en la construcción de SU poder hegemónico: la opinión pública poco o nada reclama al gobierno local, que es donde debería empezar el señalamiento y la vergüenza (independientemente de que es también uno emanado de Morena). Sin atisbo de duda, a quien se le señala es al gobierno federal. Deja ver, adicionalmente, que no tiene ni siquiera los suficientes elementos (llámese Ejército o Guardia Nacional) para parar los asesinatos y los desalojos de pueblos enteros que están ocurriendo a manos del crimen organizado. Así, a ese poder hegemónico no se le augura una larga y próspera existencia (¡y qué bueno!); empieza a cargar culpas que no le son propias, al grado que la misma presidenta ya analiza que la Fiscalía General de la República atraiga el caso del cura asesinado (no que vaya a hacer ninguna diferencia).
Pero el análisis que hace Claudia Sheinbaum no es descabellado. Basta recordar el teatro que armó la fiscalía de Sinaloa en contubernio con el gobierno estatal al sostener que al ex rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Héctor Melesio Cuén, lo habían asesinado en una gasolinera. Increíble y vergonzoso; mejor dijo la verdad el narcotraficante Ismael Zambada que el gobernador Rubén Rocha…
Como antes dije, la violencia ya tiene derivaciones en la ingobernabilidad. No pocos grupos poblacionales y organizaciones en diversas entidades del país ya empiezan a realizar coqueteos en materia de disolución del pacto federal. En especial en los estados del norte de la República. Hay que prestar atención a los indicios de posibles conflictos y guerras de corte civil.
Giro de la Perinola
¡Ahora resulta! El dictador Miguel Díaz-Canel acusa de “indecencia y vandalismo a quienes protesten por el apagón” en Cuba. ¿A partir de cuántos días de apagón estas ya no se consideran sublevación? TRES DÍAS de obscuridad y sin energía eléctrica y los culpables son los pobladores… Cuando los pretextos se llevan al extremo, se dejan ver claramente las dictaduras, ¿no les parece?
No hay esperanzas para el INAI
‘No hay más ciego que el que no quiere ver’ y eso es lo que les sucede a los comisionados del INAI.
El instituto está a punto de desaparecer. Lo dijo López Obrador; luego, ya en este sexenio, lo reiteró Ricardo Monreal, emisario del expresidente. Ayer dictó sentencia la secretaria de Gobernación. Todavía a finales de la semana pasada daba esperanza a los funcionarios del órgano constitucional autónomo. Pero ayer lunes en la mañanera dijo (y cito): “Ellos saben claramente que la reforma sobre los organismos autónomos va hacia adelante; sin embargo, a nosotros nos instruyó la presidenta Claudia Sheinbaum de escucharlos y tomar en cuenta lo que ellos estaban planteando…”. La decisión ya está tomada.
Atole con el dedo. Increíble que en el INAI haya quienes todavía no se den por enterados. No sobrevivirán a la guillotina legislativa de diciembre por más que se aplaquen, se reúnan con la 4T y hasta le aplaudan.
Claudia Sheinbaum dice que la eliminación del INAI no significa que desaparecerá la transparencia; incluso aseguró que su administración será más estricta en ese tema. Más patrañas. El instituto es un órgano constitucional autónomo; lo que quede de él, en cambio, será absorbido por la nueva Secretaría de Anticorrupción y del Buen Gobierno que es parte del Poder Ejecutivo federal. ¿Quién toma en serio que una autoridad, dependiendo directamente de la presidenta y siendo parte del régimen, exigirá los datos y los hará públicos como lo hacía el INAI? O más importante, ¿quién protegerá nuestros datos personales?
Se entiende —y solamente hasta cierto punto— que los comisionados del INAI Adrián Alcalá, Julieta del Río, Josefina Román y Blanca Lilia Ibarra se sentaran con la secretaria Rodríguez para dialogar sobre su posible sobrevivencia. ¿Pero que como muestra de buena intención le entregarán un reporte detallado de los contratos de la empresa de Xóchitl Gálvez con el instituto? ¿O también la reformulación de su presupuesto institucional, recortes importantes incluidos? ¿En serio pensaban que eso los salvaría? Mostraron su ingenuidad o, bien, total abyección.
No en balde dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos o más veces con la misma piedra. En el INAI no aprenden. Ni en cabeza ajena ni en la propia. Con la 4T no se negocia; ésta no reconsidera. Le están regalando tiempo y nuevos pretextos para desaparecerlos con más ahínco y placer.
Gobernación (nótese, no la Secretaría del Trabajo) habla de que 700 trabajadores del INAI tienen garantizados sus derechos laborales. Eso se reduce a que, en el despido por desaparición, se tomará en cuenta la antigüedad para su liquidación. Mismo así, hasta no ver, no creer.
Con la desaparición del INAI perderemos la única estructura que nos permitía obtener información sobre el destino de los recursos públicos. O, lo que es lo mismo, la estructura que podía demandar información a las autoridades previa solicitud de la ciudadanía, colectivo u otra dependencia. Perdemos también al instituto que cuida de los datos personales y que no permite que estos sean usados por el gobierno para amedrentarnos o, bien, por entes privados y públicos para acosarnos.
Se ofrecen patrañas y el INAI cae en ellas. Este régimen hará todo por desaparecerlo; cumplirá un capricho, reforzará la opacidad administrativa y por si eso no fuese motivo suficiente, se hará de recursos adicionales para derrochar. Todo eso es sello del morenismo.